DAÑOS COLATERALES
ZIGMUNT BAUMAN
19 noviembre de 1925. POZNÁN.
Polonia
9 enero de 2017.LEEDS. Reino
Unido
El único significado que acarrea el término “clase marginal”
es el de quedar fuera de cualquier
clasificación significativa, es decir, de toda clasificación orientada por la
función y la posición. La “clase marginal” puede estar “en” la sociedad, pero
claramente no es “de” la sociedad: no contribuye a nada
de lo que la sociedad necesita para su supervivencia y su bienestar, de hecho, la sociedad estaría mejor sin ella…
Los pobres, cada vez más criminalizados, son candidatos
“naturales” al daño colateral, marcados
de forma permanente, tal como indica la tendencia, con el doble estigma de la
irrelevancia y la falta de mérito.
La fuerza impulsora de la conducta ya no es el deseo más o
menos realista de “mantenerse en el nivel de los vecinos”, sino la idea,
nebulosa hasta la exasperación, de “alcanzar el nivel de las celebridades”, ponerse
a tono con las supermodelos, los futbolistas de primera división…
La incertidumbre, causa principal de la inseguridad, es por
lejos el más decisivo instrumento de poder: de hecho es su propia sustancia.
El poder no unifica ni nivela hacia arriba (o hacia abajo)
las diferencias: el poder divide y opone.
¡Qué seguro, confortable, cálido y amigable sería el mundo
si fueran los monstruos y solo los monstruos quienes perpetraran actos
monstruosos!
Si Eichmann era “normal”, entonces nadie está a priori
exento desospechas: ninguno de nuestros normalísimos amigos y conocidos, y
tampoco nosotros.
Ser totalmente excluido por relegación a la “clase marginal”
significa ser despojado de todos los símbolos y sellos socialmente producidos y
socialmente aceptados que elevan la mera vida biológica al rango de un ser social
y transforman las hordas en comunidades.
… la clase marginal, resulta abominable por ser, como señaló
Bertold Brecht, un mensajero del infortunio: la clase marginal revela y exhibe
de forma brutal una posibilidad espeluznante de la que preferiríamos no estar
al tanto. Lo que les ha ocurrido a ellos podría ocurrirle a cualquiera de
nosotros sino hacemos todo lo posible por mantenernos a flote.
Necesitamos a alguien para odiar porque necesitamos a
alguien para culpar de nuestra abominable e intolerable condición y delas
derrotas que sufrimos cuando intentamos mejorarla y volverla más segura.
Necesitamos a ese alguien con el fin de descargar (y en consecuencia,
con suerte, mitigar) la devastadora sensación de nuestra escasa valía.
--
EL BOBO DE KORIA
(RECOPILADOR)
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