UNA ESPECIE IMBÉCIL


         Los saltamontes no son idiotas. Tampoco las gallinas ni las lagartijas. No lo son porque no lo puede ser. “MI gato es más independiente que yo. Tiene menos servitud voluntaria. No puedo imaginarle con el móvil porque no tiene necesidad de comunicarse sistemáticamente, de ser reconocido por otros gatos. Solo, quizás, en asuntos ligados con el sexo…

         Entre imbéciles constantes y accidentales, parece que está cerca el fin de la humanidad. Pero no, es una cuestión que, aunque parezca mentira, tiene que ver con el progreso, con el efecto mediático de la simplicidad. La tecnología avanza. Y amplifica. Ergo, hay esperanza…

         Los social media dan derecho a legiones de imbéciles que antes hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la colectividad. Eran acallados inmediatamente, mientras que ahora tienen el mismo derecho a palabra que un premio Nobel. Es la invasión de los imbéciles…

         …Lo bueno del caso, según el diagnóstico de este filósofo, es que la imbecilidad es como el colesterol: está la buena y lámala. ¿Y cómo distinguirla? ¿Cómo educar a nuestros hijos para que cojan la senda del imbécil racional? Solo hay una manera de que el pequeño no sea idiota. Habría que dejarlo en la selva y que la fauna se encargue de él.

 

Del artículo UNA ESPECIE IMBÉCIL sobre el filósofo MAURICIO FERRARIS. (El Periódico 17-11-2016)

--

EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

 

No hay comentarios: