VOZDEVIEJA

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ELISA VÍCTORIA

1985. SEVILLA. España

 

         Ella sabe que no he nacido para ser su hija y yo sé que ella no podía sentirse más lejos de estar preparada para ser madre cuando parió.

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         En algunas portadas del Víbora pone “Comix para supervivientes, sello que me parece bastante hortera, pero con el que me identifico de todas formas.

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         -¡Mira, Felipito mira mi Felipito! ¡Qué guapo es! –exclama mi abuela. Está bastante enamorada, incluso se le sonrojan las mejillas. Llevo todo el fin de semana viéndola suspirar por él…

         El presidente va a ser Felipe González. Será el regalo de cumpleaños de mi abuela. Hoy dormirá tranquila y contenta. Nadie le va a quitar la pensión.

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         Mi herencia viene transmitida solo por mujeres, nadie más cuenta las historias familiares, nadie más toma las decisiones importantes.

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         Y ahora haz el favor de enhebrarme la aguja que se ha salido el hilo y veo menos que Pepe Leches.

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         Es extraño sentir que no puedo pronunciar la palabra chocho delante de nadie. Cuando el otro día dije coño en alto por error casi me da un infarto.

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         Aunque no estoy muy de acuerdo con la idea de haber nacido, albergo bastante aprecio hacia la conciencia de existir, el tiempo oscuro de la primera infancia resulta aterrador.

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         Me levanto con el culo sucio, acerco la cabeza al retrete y miro. Es un truño grande, cobrizo y agrietado. Traté de soltarlo despacio y conseguí salir ilesa. Me acuerdo de la primera vez que tuve diarrea, qué momento tan feliz.

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         Los niños no somos mejores que los adultos, pero a ellos les gusta pensar que sí, que estamos llenos de pureza y de magia.

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         -El tiempo de antes no cuenta, no sé por qué, igual que no cuenta el de después de morirse. Para mí es el mismo sitio. Pienso en los sesenta y hay algo que no puedo entender, como si me cuentan cosas del año 3000.

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         Su forma de rezar no es rogarle al destino que nos trate bien. “Me voy a cagar en todos tus muertos, futuro, no te atrevas a jodernos”, viene a decir la oración de mi madre. No suplica. Exige, amenaza.

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         Añoro la fresca oscuridad de no existir. A lo mejor es porque tenían que haberme abortado.

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         -Vengo de recoger unos análisis del hospital y dicen que estoy mejor.

         -¿En serio?

         -Sí, hija, ole todos los muertos de mi médico y el chocho de su puta madre.

         -Ole, ole.

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         El truco está en ser cristiano oficialmente y luego portarte mal. Te confiesas y listo.

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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)