VACUNAS

Principio de junio del año 2021, me envían un SMS con una citación para inocularme la vacuna contra el Covid. Desde que empezó la vacunación llevo dándole vueltas al asunto, indignándome inútilmente contra una manipulación programática del estado. Yo no soy un negacionista, no dudo que haya un virus mutado que pueda matar a muchas personas y dejar inútiles a otras tantas. Pero el planteamiento hecho por el primer mundo de todo el asunto apesta. Desde el principio, las diferentes fases que se han ido superponiendo mediaticamente, los discursos presidenciales de todos los líderes con autorización para hacerlo, el adoctrinamiento al que se ha sometido a la población mediante castigo de perder sus privilegios y migajas, todo ha sido tan evidentemente manipulado que dan ganas de gritar.

Hablan de pandemia, donde se supone que entramos todos los seres humanos del planeta, pero a la hora de poner solución, solo entran los de siempre, dejando a su suerte a países que carecen de infraestructuras, medios y dinero para hacer frente a tamaña calamidad. Y nosotros lo vemos en la televisión y lo único que pensamos es que este verano podremos ir a Benidorm y que “la normalidad” está próxima. ¿Qué normalidad? La planteada por los países ricos que excluye, somete y explota a medio planeta. Como especie deberíamos sentir vergüenza por formar parte de esta infamia, por no mover ni un dedo, dando por sentado que las cosas no pueden cambiarse. Aceptamos nuestra condición de súbditos, de individuos sometidos, y dominados. Verdaderamente un rebaño.

Fue en 1846 cuando Henry David Thoreau fue encarcelado por negarse a pagar impuestos para protestar contra la guerra Mexico-americana y por la existencia de la esclavitud, en un país que alardeaba de declaración de derechos humanos. Thoreau entendía que sí que con su pequeño acto de desobediencia podía contribuir a cambiar las cosas.

Volviendo a la actualidad, observamos con aceptación que las industrias farmacéuticas se niegan a liberar las patentes de las vacunas, que se silencian otras que no les conviene que salgan al mercado como la rusa o las cubanas. Lo que evidencia el negocio en el que nosotros somos la mercancía. Condenando de paso a la muerte, la ruina y al ya abultado endeudamiento de países esclavizados que no van a salir nunca de su situación de indigencia y deuda.

Por todo ello, ahora en junio de 2021 he decidido que no voy a vacunarme, hasta que esta situación amoral no cambie. No quiero ser cómplice ni participar de unas decisiones injustas e indignas. Ya lo he dicho aquí muchas veces y de muchas maneras, si quisiéramos podríamos cambiar muchas cosas, pero para eso hay que dejar de soñar con querer ser rico, y soñar con querer ser todos iguales para acabar con las desigualdades. La DESAFECCIÓN sigue siendo necesaria y quizás sea la única llave que nos lleve a una verdadera existencia.


El reverendo Yorick.

 

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