LA ALMENDRA


LA ALMENDRA
NEDJMA (Seudónimo)

ARGELIA.La autora aproximadamente tiene 40 años.


         Sólo la literatura posee una eficacia de “arma letal”, he recurrido a ella. A una literatura libre, cruda y alborozada. Con la ambición de devolverá las mujeres de mi sangre la palabra confiscada por sus padres, hermanos y esposos. En homenaje a la antigua civilización de los árabes, donde el deseo se plasmaba en la arquitectura, donde el amor se hallaba liberado del pecado, donde gozar y dar placer constituía un deber para el creyente.
         Levanto este relato, como se levanta una copa, a la salud de las mujeres árabes, para quienes recuperar la palabra confiscada en relación con el cuerpo equivale a curar a medias a sus hombres.
Del PRÓLOGO
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         Declaro que me importan un comino tanto los corderos como los peces, tanto los árabes como los rumís, tanto Oriente como Occidente, tanto Cartago como Roma, tanto Henchir Tlemsani como los jardines de Babilonia, tanto Galilea como Ibn Battouta, tanto Naguid Mahfouz como Albert Camus, tanto Jerusalén como Sodoma, tanto El Caro como San Petersburgo, tanto san Juan como Judas, tanto los prepucios como los anos, tanto las vírgenes como las putas, tanto los esquizofrénicos como los paranoicos, tanto Ismahan como Abdelwahab, tanto el uadi (río temporal) Harrathcomo el océano Pacífico, tanto Apollinaire como Moutannabi, tanto Nostradamus como Diop el morabito.
         Puesto que yo, Badra, declaro no tener otra certeza que esta: soy yo quien tiene el coño más precioso de la tierra, el mejor dibujado, el más opulento, el más profundo, el más cálido, el más baboso, el más ruidoso, el más perfumado, el más cantarín, el más aficionado a las pollas cuando las pollas se yerguen cual arpones.
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         ¡Oh!, no siempre resulta alegre ser un hombre, ¿sabes? No tienes derecho a llorar, ni siquiera cuando entierras a tu padre a tu madre o tu hijo.
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         Mandar a las mujeres permite a los muchachos autoafirmarse como rjal y viriles. Sin una hermana a mano a la que moler a palos, su autoridad se resquebraja y se atrofia como una pilila carente de inspiración.
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         Soñaba con que me crecieran zarzas en la vagina para que Hamed se desollara el nabo en ella y renunciase a volverá penetrarme.
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         El camisón manchado de sangre no probaba, salvo la estupidez de los hombres y la crueldad de las mujeres sumisas.
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         Depilarse el conejo no es lo mismo que depilarse las piernas o las axilas.
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         Me beneficié a cuantos se me antojaron, libre y desligada. Los que se creyeron dueños de mi cuerpo no fueron en realidad sino sus instrumentos, juguetes de una noche, licores más o menos fuertes que me sirvieron para abreviar mis horas nocturnas y burlar mis jaquecas.
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EL BOBODE KORIA (RECOPILADOR)



        

        

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