INVITADO A UNA DECAPITACIÓN


INVITADO A UNA DECAPITACIÓN
VLADIMIR NABOKOV

22 abril de 1899.SAN PETERSBURGO. Rusia
2 julio de 1977. LAUSANA. Suiza

         Ruido de pies, una araña –amiga oficial del preso- bajó por un hilo desde el techo. Sin embargo, nadie golpeó la pared, ya que Cincinnatus era ese entonces el único prisionero (¡en tan enorme fortaleza!).
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         -Quiero saberlo por esta razón: la compensación de una pena de muerte es el conocimiento de la hora exacta en que uno ha de morir. Un gran lujo, pero bien ganado.
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         Pero, desde luego vio nada; sólo el ardiente cielo con unos pocos cabellos blancos peinados hacia atrás, restos delas nubes que no pudieron tolerarlo azul.
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         Pronto estuvo embarazada, y no de él. Dio a luz un niño; inmediatamente volvió a quedar embarazada –otra vez no de él- y alumbró una niña. El niño era cojo y perverso; la niña, obtusa, obesa y casi ciega.
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         “Su pequeña esposa parece muy dulce y gentil, pero muerde, se lo advierto”, me dijo su inolvidable primer amante, y lo fundamental era que el verbo no había sido usado en forma figurada…
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         …y también sabía que no había esperanza, sin embargo en ese momento aún suspiraba por estar en aquellas calles familiares…
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         El suegro hizo una pausa para tomar aliento, luego dio otro golpe consu bastón, y entonces Cincinnatus dijo: Sí, escucho.
         -Silencio, insolente –gritó el primero- tengo derecho a esperar de ti, por lo menos hoy, que te encuentras a la puerta de la muerte, un poco de respeto. Cómo es que has llegado al patíbulo… Te exijo una explicación…cómo has podido… cómo te has atrevido.
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         Una tormenta de verano, sencilla pero puesta en escena con buen gusto, se representaba afuera: la celda estaba tan oscura como al anochecer, se oían los truenos, ya sólidos y rotundos, ya agudos y crepitantes; y los relámpagos imprimían las sombras de los barrotes de la ventana en los lugares más inesperados.
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         -De haber usted oído –dijo Cincinnatus-, que pasado mañana seré exterminado. No pediré más libros.
         -No lo hará  -dijo el bibliotecario.
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         …cuán aterrorizado estoy, cómo todo en mí tiembla, y aturde, y se precipita –y en cualquier momento vendrán por mí y no estoy preparado, tengo vergüenza…”.
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         Cruzaron el puente. La noticia de la ejecución recién había comenzado a esparcirse por el pueblo. Niños rojos y azules corrían tras el coche. Un hombre que fingía locura, un viejo de origen judío que durante muchos años pescara un pez inexistente en un río sin agua, juntaba sus enseres apurado por unirse al primer grupo de ciudadanos que iban hacia Thriller Square.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

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