EL SEXO DEL TAMAÑO DE UNA COLIFLOR


EL SEXO DEL TAMAÑO DE UNA COLIFLOR, Extracto
JUAN ALMENDRO (Seudónimo escritor chileno)

         “…Se acostó con éste, con ése, con aquél, con casi todos los miembros del jurado…” Había sido duro saberlo, tan duro y doloroso que a partir de ese momento sintió que su ser se deshacía. (…)
         El profesor hablaba en el fondo del anfiteatro, como perdido en el infinito de su infierno gélido, poblado de cadáveres. (…)
         Escribía. Él era eso aquella mañana: escribiente anónimo, alumno de la Escuela de Leyes, inscrito en el curso facultativo de medicina legal… (…)
         Ella –insistió- lo amaba sólo a él. Por desgracia ser Reina de Belleza, ser coronada como la muchacha más hermosa de la Universidad, implicaba obligaciones, riesgos, compromisos a veces enojosos. (…)

         “… Al segundo día los músculos se sueltan en el mismo orden que siguieron al ponerse rígidos. El rostro del difunto toma un aspecto plácido, tranquilo, pero luego se muestra apenado, triste, deprimido. (…) y una mancha de hermosos color esmeralda aparece por debajo y a la izquierda del ombligo: es la señal de que el proceso de putrefacción se ha puesto en marcha. (…)
         Se abren los primero huevos y salen las larvas a devorar la piel, las uñas y los pelos, ya un poco sueltos.  El gas se infiltra en el estrato subcutáneo y el cadáver adopta un aspecto negroide: la cara ancha, los labios gruesos, evertidos, los párpados inflados…

         Es demasiado hermosa –le dijeron-. Una mujer así es imposible conservarla. Cualquier hombre que la vea querrá quitártela. Te la disputará como quien pelea por un tesoro hecho dela materia más preciosa: la carne humana.”

         … El addomen se desinfla como un balón agujereado y la pared anterior toca la columna vertebral… El hígado, los pulmones, el cerero, se transforman en delgadas tiras. El sexo disminuye…”

         Le parecía que la contemplaba por primera vez, como si no hubiera recorrido mil veces con sus ojos cada una de sus formas. (…) Los ojos inmensos, de iris verdigrises y largas pestañas de muñeca. La nariz fina, breve, recta... Los senos elevados, contradictoriamente inmensos y enhiestos…

         “Hacia el sexto mes la grasa del cadáver se transforma en jabón de magnesio, atrayendo químicamente al Cuarto Escuadrón dela Muerte: los Dermestes, coleópteros de lustro cuerpo negro…En el interior del cráneo, del tórax, del abdomen, los órganos parecen hechos de pasta negra, alquitranada…”… hace su aparición el Sexto Escuadrón: las Necróforas, moscas multicolores, de cabezas fosforecentes, que depositan sus huevos sobre los lomos de las lombrices de tierra,…

         “Es excesivamente bella”, le habían dicho una vez su propio padre, el Coronel. “No podrás hacer de ella una buena esposa. Te engañará tarde o temprano. Ten cuidado”(…) Él pensó en ellos, en cado uno de esos hombres que la habían poseído como a ella le gustaba: con lentitud perversa, (…) Entonces, como respondiendo a un instinto atávico, más potente que toda su conciencia, cogió el cuello de su amada entre las manos y, a medida que su esencia se escurría a borbotones… Sintió sus convulsiones, sus quejidos, sus protestas ahogadas, pero sobre todo sintió el terciopelo de su sexo, la quemante cavidad de su vagina…

         ¿Alguien desea hacer una pregunta? ¿Todo está claro, todo ha sido comprendido?” preguntó el profesor de medicina legal, mirando su cronómetro.
         “No comprendo nada de nada. Ni de la vida, ni de la muerte, ni del amor” dijo él, en voz alta, como un sonámbulo, porfiadamente sentado en su butaca. Sus camaradas se echaron a reír. El profesor, lívido de cólera, volvió a hablar:
         “¿Alguien tiene una pregunta CIENTÍFICA que hacer?”, precisó con orgullosa nitidez.
         “Yo mismo, insistió él. ¿En qué estado se encuentra el sexo en la segunda semana de vida del cadáver?”
“Creo haberlo dicho claramente, respondió ultrajado el profesor, haciendo un gesto para contener las nuevas risas. El sexo alcanza el tamaño de una coliflor…”
         Entonces él, poniéndose de pie, mirando con loca intensidad a sus compañeros , exclamó: ¡Ustedes comprobarán si lo que dice este Doctor corresponde a la verdad. La Reina de Belleza de nuestra Universidad los espera en el bungalow que mi familia posee en Algarrobo. Aquellos entre ustedes que han tenido el placer de montarla, podrán comparar, deducir, concluir y condenar! Les pido excusas por no poder acompañarlos… Y sacando de su pechera un revólver negro, más pequeño que su mano, llevó el cañón hasta su boca y se descargó un tiro en la base del cerebro.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)


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