EL ÚLTIMO VUELO DEL FLAMENCO


EL ÚLTIMO VUELO DEL FLAMENCO
MIA COUTO

1955. BEIRA. Mozambique

         En crudo y al desnudo, he aquí el hecho: apareció un pene cortado, en plena Carretera Nacional, a la entrada de la aldea de Tizangara. Era un sexo, abolido y abultado.(…)
         -Que alguien agarre…  la cosa, antes de que sea atropellada.
         -¿Atropellada o atropollada? (…)
         Pero el administrador avanzaba a toda vela. Y proseguía: que a tal Ana era una mujer de mil imperfecciones, artista de desvariedades, mujer bastante descapotable. ¿Quién sino ella, podía dar un parecer fundamentado sobre la identidad del órgano? ¿No era ella acaso perita en medicina ilegal?
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         Nunca una idea había visitado su cabeza y vivía tranquilo con la satisfacción de un santo después del pecado.
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         Pero todo sucedió tal como se lo cuento. Pues el tal sexo volador, después de pasar rasando mi persona, acabó clavado en una de las aspas del ventilador. Y se quedó girando en el techo, como equilibrista en las alturas del circo. (…)
         La pregunta andaba en el aire sin llegar a ser proferida: y el chirimbolo del pakistaní, ¿adónde habría ido a parar?
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         Pero, en mi aldea, había ahora tanta injusticia como en el tiempo colonial. Parecía, por el contrario, que ese tiempo no había terminado. Ahora lo estaban dirigiendo personas de otra raza.
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         ¿Es verdad que ofende a Dios?
         -¿Qué Dios?
         -Bueno… Dios.
         -Ah, ése. Es verdad, sí. Yo Lo insulto cuando Él no se comporta.
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         Cuando nacemos lo sabemos todo, pero no recordamos. Después crecemos, vamos ganando recuerdos y reduciendo la sabiduría.
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         Las pijas han sido enterradas como fija la ley de aquí:vueltas hacia el poniente, echadas de lado. Los huevos enteros, cada uno al lado del otro, su hermano gemelo.
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         La orina de un hombre cae siempre cerca de él.
         REFRÁN
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         Los hombre son así, simuladores de fuerza porque tienen miedo. Ella me tocó, leve, y dijo:
         -Tú eres fuerte, no hace falta que le demuestres nada a nadie.
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         En Tizangara todo se mezclaba: la guerra de los negocios y los negocios de la guerra. Al final de la guerra quedaban minas, sí. Unas cuantas. Sin embargo, no era algo que hiciese prolongar tanto los proyectos de desminado. El dinero desviado de esos proyectos era una fuente de ingresos que los señores locales no podían desperdiciar. Fue el hijo del administrador quien urdió la trama: ¿y si alterasen los números, inventasen constantes amenazas?
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         Ya había ocurrido con otras tierras de África. Se había entregado el destino de esas naciones a ambiciosos que gobernaron como hienas, pensando sólo en engordar rápido.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)


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