LAS MUJERES QUE LEEN SON PELIGROSAS


LAS MUJERES QUE LEEN SON PELIGROSAS
STEFAN BOLLMANN

21 marzo de 1958. DUSSELDORF. Alemania

         Durante siglos han sido muchos los hombres a los cuales las mujeres que leen les han parecido sospechosas, tal vez porque la lectura podía minar en ellas una de las cualidades que, abiertamente o en secreto, a veces sin ni confesárselo a sí mismos, más valoran: la sumisión.
Del prólogo de Esther Tusquets
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         Por ejemplo, el librero suizo Johann Georg Heinzmann llegó incluso a considerar la manía de leer novelas como la segunda calamidad de la época, casi tan funesta como la Revolución francesa.
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         En 1800, los precios de los libros eran exorbitantes: por el equivalente al precio de una novela recién publicada, una familia hubiera podido alimentarse de una a dos semanas.
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         Una crítica conservadora proclive al sarcasmo manifestaría desagrado por ver que las mujeres han escapado de la intimidad de sus espacios protegidos para vagar sin rumbo, como los hombres, en un mundo ostensiblemente más impersonal, en lugar de esperar con paciencia el regreso de su amado o la llegada de la carta que él tal vez le escribiría.
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         La mujer que lee en silencio establece con el libro un vínculo que se sustrae al control de la sociedad y de su entorno inmediato. Conquista un espacio de libertad al que sólo ella tiene acceso y gana, al mismo tiempo, un sentimiento de independencia y de autoestima.
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         Leer es una iniciación a la vida y una fuerza estimulante, pero confundir la lectura con la vida misma es quitarle su poder terapéutico y hacer de una pasión una fuente de sufrimiento.
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         Las mujeres leen no sólo mucho más, sino también de manera diferente. Buscan en los libros respuestas a preguntas esenciales de la vida. La lectura, su gran pasión, ha dado lugar a pequeñas escapadas.
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         Según Proust, la definición dela lectura, y solamente de la lectura, que actúa como un antídoto que nos restituye poder intelectual y fuerza de voluntad en las fases de agotamiento. Bajo su protección podemos curar nuestras dolencias.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)


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