el ajedrez

recojo las figuras gastadas en su caja
manoseadas en el tiempo
que plantó su pátina a costa de sus brillos

el tablero de igual modo palidece día a día
me resulta difícil saber como llegó a casa
como herencia trasnochada
como hallazgo casual en algún contenedor

lo cierto
es que aquí está
blancas o negras
en la partida eterna
del juego de la vida y la muerte
dualidad festiva que ayuda a que el miedo no se instale
de por vida

siempre pierdo este juego
la sonrisa vencedora de mi contrincante
me invita inmisericorde a reflexionar
sobre porque templo las cuerdas del tiempo
colocando unas figuras  en un tablero
y enfrentándome a un juego
en el que sé
volveré a perder

sufro por dentro mis derrotas
porque observo las figuras caídas
arrebatadas del tablero
como si fueran hijos entregados al dictador

en mi pensamiento durante la partida
cito a la batalla a los peones
mentando sus nombres
invento linajes raídos
para unos luchadores desesperados
que obedecen a sabiendas
de mi estigma de perdedor

en su combate defienden su vida
frente a un opresor
carente de razones cuyo fin consiste
en arrebatarse el tablero
como en la pura realidad

ganan los de siempre
pierden los de siempre
como en la pura realidad
donde del mismo modo
no nos cansamos de recoger muertos
que sin rostros agonizan en la tierra de nadie
ajenos a las manos gigantescas
que sujetándolos por los hombros
los colocan de pie
a lo largo y ancho del tiempo
en una partida que esta muy lejos
de llegar a tener fin


el reverendo Yorick.

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