Maneras de morir

El año 2006 se cierra con un aumento de los accidentes laborales frente al 2005, las muertes en los centros de exterminio laborales continúan su escalada por mucho que el gobierno trate de ponerle freno. A lo peor para este año se les ocurre sacarnos puntos de la nómina igual que han hecho con el carné de conducir, porque si no se han dado cuenta, la culpa, al final la tienen los trabajadores. Que fastidio, que por nuestra culpa, el país tenga el honor de encabezar la lista de siniestralidad laboral en Europa. Enturbiamos esa imagen de país moderno que tanto nos venden, y todo por no acatar las normas de seguridad, que según ellos, acabarían con este desangre de vidas. Como se nota, que quienes creen estas cosas no han pisado nunca una obra, o fábrica, o cuando lo han hecho, se ha maquillado la realidad, para que parezca la fábrica de chocolate de Charlie.
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Sin embargo, en España, se sacralizan determinadas muertes, a las que los gobiernos sacan réditos electorales, hablo de los fallecidos en actos terroristas, personas anónimas, que seguro trabajan en obras o tajos que ponen en peligro su integridad física, de la noche a la mañana, por haber tenido la desdicha de estar en el lugar del atentado y perecer, quedar mutilado o con graves secuelas psíquicas. De repente, se ven convertidos en héroes, son visitados por los gobernantes y reciben sus familias o ellos importantes ayudas del estado. Tiene gracia, podían preguntar a las viudas, padres o hijos de los obreros muertos que piensan de esto.
Hablan de temporalidad, falta de formación, etc. Sí, eso es cierto, como también lo es, que las empresas prefieren contratar jóvenes sin experiencia a los que poder explotar y exprimir hasta la muerte. Estos, engañados por un salario interprofesional ridículo, no dudan en aceptar. La realidad de la contratación en España, es otra, el caciquismo empresarial, sigue vigente, el pensamiento de que el que te da trabajo te hace un favor también.
Hace tres días, fui invitado amablemente por el director de la oficina de empleo del pueblo donde vivo, a tener una entrevista en una empresa local.
Sin discusión, diez horas de trabajo diarias, 1.200 euros mensuales, si verdaderamente demuestro la experiencia que digo tener, y quince días de vacaciones al año, repartidos como la empresa estime oportuno. Vamos que no me creerán si les digo que se me saltaron las lágrimas de la emoción, y luego dicen…, si ellos mismos apoyan una economía sumergida, que da dinero a unos, a costa del esfuerzo de muchos, y tienen el cinismo de ir diciendo por ahí, que aquí el que no trabaja es por que no quiere.

El reverendo Yorick

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