ESPECTADORES DE NUESTRAS
GUERRAS
Pues aquí
seguimos, con nuestros maletines B, los Pegasus cabalgando sobre nuestras
praderas más íntimas, nuestros comisionistas sevillanos y nuestros
mamandurriales ultraderechistas, mientras quizá se está montando la tercera y
última guerra mundial.
Como ya soy
viejo y no acredito descendencia, no deja de hacerme gracia ver cómo vamos
normalizando que existan las guerras. Se aprecia mucho en las tertulias
televisivas. Antes los viejos nos íbamos a ver las obras, ahora vemos guerras
en las tertulias televisivas. Es menos empático pero más cómodo.
Cuando la
invasión de Irak, medio mundo invasor se echó a la calle un ratito para
protestar contra la beligerancia falaz del trío de las Azores. Pero ya digo que
fue solo un ratito. Después todos, jóvenes y viejos, nos conformamos con mirar
las obras, o sea, las tertulias televisivas. Muy indignados, eso sí. Pero solo
como espectadores.
Se habla
mucho del metaverso, de la realidad paralela en la que pronto podremos estar
inmersos, pero a mí me parece que el metaverso ya está aquí desde hace un buen
cacho.
Uno no
entiende que la sociedad, la calle de la civilizada, dulce, vieja e inútil
Europa, no se haya echado al monte para detener esta guerra estúpida. Nos
conformamos con verla por la televisión y decirle al loro que nos ama que es
una vergüenza, y que pobres niños, y que a lo mejor acomodamos el trastero y
nos traemos un refugiado. Pero bueno, tanto no, que nunca se sabe.
Las redes
sociales son un buen autoengaño para el espectador activista. Nos hacen creer
que hacemos algo. Que escribiendo muchos tuits cambiaremos el mundo. Es como
mirar la obra dando consejos al fontanero que no te hace caso.
La guerra
vista como espectáculo conforta mucho. Tanto a los que están a favor como a los
que están en contra. Una guerra lejana siempre te permite presumir de lo que tú
harías ante tus ligues, cuñados o amistades, apareciendo, claro, como un
plausible héroe. Pero luego viene la guerra y te cuenta la verdad. Y la guerra
ya está aquí. Aunque no nos demos cuenta. Como ya hicimos como pueblo en los
90, cuando la guerra de la innombrable Yugoslavia. Como pueblo, no hicimos
nada.
Lo que
quiero decir con todo este rollo es que el exceso de información/espectáculo no
nos sobreinforma, nos insensibiliza. Observamos nuestra cercana muerte
televisada como si fuera una ficción en la que Bruce Willis, al final, va a
salvar al mundo. Y el pobre Bruce Willis sufre afasia. Como nosotros. No hay
peor afasia que la del que solo sabe hablar. En mi tierra se les llama falabarato.
Europa es un falabarato. Y os juro que me apena.
Yo sé que lo
de acabar con las guerras puede parecer tarea bastante complicada, pero es
incomprensible que sociedades tan cultas y avanzadas como las nuestras permitan
que nuestros gobernantes nos sigan metiendo en guerras. A Ucrania, por ejemplo,
el muy progresista gobierno español ha enviado menos ideas de paz que armas.
Para agradar al espectador.
Artículo de
ANÍBAL MALVAR en PÚBLICO.ES – 5-05-2022
--
EL BOBO DE
KORIA (RECOPILADOR)
No hay comentarios:
Publicar un comentario