PARA LEER AL PATO DONALD


PARA LEER AL PATO DONALD (Edit. 1972)

ARIEL DORFMAN – 6 mayo 1942. BUENOS AIRES. Argentina

Y ARMAND MATTELARD – 8 enero 1936. BÉLGICA

 

         Para la burguesía, el Pato Donald es inatacable: lo ha impuesto como modelo de “sano esparcimiento para los niños”. De ahí la trascendencia otorgada a este trabajo. Lo indiscutible se pone en duda: desde el derecho a la propiedad privada de los medios de producción, hasta el derecho a mostrar como pensamiento natural la ideología que justifica el mundo creado alrededor de la propiedad privada…

         No es lo mismo el mundo con el pato Donald que si él. Mattelard y Dorfman lo dicen en una figura cuya lectura confundió a la A. P.: “Mientras su cara risueña deambule por las calles de nuestro país, mientras Donald sea poder y representación colectiva, el imperialismo y la burguesía podrán dormir tranquilos”… Para leer al pato Donald tiende a develar los mecanismos específicos por los que la ideología burguesa se reproduce a través de los personajes de Disney.

         Desde la circunstancia chilena donde surgió, Para leer al pato Donald se define como un instrumento claramente político que denuncia la colonización cultural común a todos los países latinoamericanos. HÉCTOR SCHMUCLER

 

         “Ranitas bebés, algún día serán ustedes ranas grandes que se venderán muy caras en el mercado. Voy a preparar un alimento especial para apresurar su desarrollo”. Pato Donald, en Disneylandia, nº451.

 

         En más de un país se ha averiguado que el Ratón Mickey supera en popularidad al héroe nacional de turno… Y un magazine femenino chileno proponía, el año pasado, que se otorgara a Disney el premio Nobel de la Paz… No debe extrañar por lo tanto, que cualquier insinuación sobre el mundo Disney sea recibida como una afrenta a la moralidad y a la civilización toda.

 

         Todo personaje está a un lado u otro de la línea demarcatoria del poder. Los que están abajo deben ser obedientes, sumisos, disciplinados, y aceptar con respeto y humildad los mandatos superiores.

 

         El único acceso a la existencia (la mujer), la única justificación, es convertirse en objeto sexual, infinitamente solicitada y aplazada. Se la congela en el umbral de la satisfacción y de represión: solo hay aquí un preludio de impotentes. En el momento en que ella cuestionara su rol, sería borrada del vals.

 

         Walt tomó tierras vírgenes en los Estados Unidos y construyó sus palacios de Disneylandia, el reino embrujado. Cuando mira el resto del Globo, trata de encuadrarlo en la misma perspectiva, como si fuera una tierra previamente colonizada, cuyos habitantes fantasmales deben conformarse a las nociones de Disney acerca de su ser…

         Para Disney, los pueblos subdesarrollados son como niños, deben ser tratados como tales, y si no aceptan esta definición de su ser, hay que bajarles los pantalones y darles una buena zurra. ¡Para que aprendan!

 

         En el mundo de Disney, nadie trabaja para producir. Todos compran, todos venden, todos consumen, pero ninguno de estos productos ha costado, al parecer, esfuerzo alguno.

        

         Es imposible la maldad si te conformas. “Conviértete en lo que eres”, dice el viejo aforismo popular (acuñado por la burguesía).

         Como la burguesía concibe su período como el fin y la perfección de la humanidad, como la culminación de la cultura y la civilización, se siente con perfecto derecho a reinterpretar la historia y su propia llegada al poder desde su particular punto de vista.

 

         Lo imaginario infantil recubre todo el cosmos-Disney con baños de inocencia, permitiendo por medio de la entretención que se desarrolle la utopía política de una clase.

 

         Mandamos cobre, nos llegan máquinas para sacar cobre, y claro, Coca-Cola. Detrás de la Coca-Cola está toda una estructura de aspiraciones y pautas de comportamiento; por lo tanto de un tipo de sociedad presente y futura…

         Leer Disneylandia es tragar y digerir su condición de explotado…

         Mientras su cara risueña deambule inocentemente por las calles de nuestro país, mientras Donald sea poder y representación colectiva, el imperialismo y la burguesía podrán dormir tranquilos.

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EL BOBO DE KORIA (RECOLPILADOR)


 

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