ANTE EL ASALTO DE LA RISA Y II
MARK TWAIN (SAMUEL LANGHORNE CLEMENS)
30 noviembre de 1835. FLORIDA. EE. UU.
21 abril de 1910. REDDING. EE. UU.
Un
clásico es un libro que todos ponen por las nubes pero que nadie lee.
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Cuando
estés enojado, cuenta hasta cuatro; cuando estés muy enojado, blasfema.
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La
tinta con la que se escribe toda la historia no es otra cosa que prejuicio
crítico.
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Siempre
me he podido ganar la vida sin trabajar; porque escribir libros y artículos
para revistas siempre ha sido para mí un juego, no un trabajo. Disfrutaba
haciéndolo, era como jugar al billar.
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¡Vaya
mujer más vanidosa y detestable! No creo que pudiera conseguir jamás que me
gustase, excepto en una balsa en medio del océano, sin otras provisiones.
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La
divisa “En Dios confiamos” expone una mentira. Si este país (Estados Unidos)
confió alguna vez en Dios, ese tiempo ya pasó; desde hace aproximadamente medio
siglo casi toda su confianza ha estado depositada en el Partido Republicano y
en el dólar…, especialmente en el dólar.
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Ese
terrible poder, la opinión pública de un país, ha sido creado en América por
una horda de ignorantes, de simplones autocomplacientes que fracasaron como
cavadores e zanjas y zapateros, y fueron a parar al periodismo de camino hacia el
asilo de la beneficencia.
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Existen
leyes para proteger la libertad de expresión dela prensa, pero no hay ninguna
verdaderamente útil para proteger a la gente de la prensa.
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Tu
raza, en su pobreza, tiene sin duda un arma verdaderamente eficaz: la risa. El
poder, el dinero, la persuasión, la súplica, la persecución…, pueden contribuir
a hacer tambalear un engaño colosal, pueden empujarlo un poco, debilitarlo un
poco, siglo tras siglo; pero solo la risa tiene la capacidad de reventarlo, de
reducirlo a trizas y átomos. Ante el asalto de la risa, nada se sostiene en pie.
Siempre montáis jaleo y lucháis con vuestras otras armas. ¿Habéis probado a
utilizar ésta alguna vez? No, dejáis que se oxide por falta de uso. Como raza,
¿la usáis para algo? No, os falta inteligencia y valor para hacerlo.
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La
Biblia cristiana es una farmacia. Su contenido es siempre el mismo, pero cambia
la práctica de la medicina. El mundo ha corregido la Biblia. La Iglesia jamás
la corrige, pero nunca pierde la ocasión de sumarse a la cola de la procesión y
atribuirse el mérito de la corrección. Durante muchos años existieron las
brujas. Así lo decía la Biblia. Y ordenaba que no se les permitiese vivir. Por lo
tanto, la Iglesia, después de ochocientos años, cogió sus dogales, empulgaderas
y teas, y con absoluta disciplina se puso manos a la obra y realizó su sagrado
cometido. Trabajó duro día y noche durante nueve siglos y encarceló, torturó,
ahorcó y quemó a enormes hordas y ejércitos de brujas, y limpió la cristiandad
de su vil sangre.
Hasta
que un buen día se descubrió que las brujas no existían ni habían existido
nunca. Uno no sabe si reír o llorar.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)
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