Subvencionados


Campan a sus anchas, sentando cátedra, dando lecciones, firmando sentencias desde el púlpito miserable del bar más ruin de su pueblo. Auténtica cloaca del Estado que hace simbiosis con ellos, pues los dos se necesitan. Me refiero a los subvencionados. Y es difícil separar cual de ellos es más miserable. Pero por cercanía y porque les podemos poner cara fácilmente, me enconaré con los segundos.

Esos seres que nos rodean, que forman parte de nuestras familias, auténticos mendicantes profesionales, que se jactan de su condición, y se atreven a darnos lecciones. Rémoras humanas, que se presentan a elecciones, que se atreven a secundar huelgas y manifestaciones, siendo como son parte del problema. Herencia bacteriana de nuestra historia de picaresca e hidalguía. Seres egoístas que lacran cualquier intento social que se parezca de lejos a la igualdad. Auténticos miserables, que acumulan propiedades y capital, y que representan verdaderamente a los Estados bajo cuyo yugo habitamos. Los ves en cuanto tienen ocasión de presentar su rostro lastimero, llorando sus desgracias fingidas ante una truculenta televisión, mendigando su trocito de pastel, saben de cierto que serán recompensados, que forman parte del lodo institucional, que amontona dividendos y politiquea con ellos. Es el capitalismo que genera sus huestes. No puedo evitar que me venga a la cabeza aquel personaje de Los Miserables que en caravana seguía a los ejércitos de Napoleón, como una garrapata, para saquear a los muertos, a los caídos en la batalla, y que a la primera de cambio se mostraba como una plañidera infecta, justificando su conducta en la supervivencia de su desgraciada descendencia.

Sin pretender ser patriota ni nada parecido reconozco que estos seres me repugnan, más por su incapacidad para reconocer su bando, su familia, su gente, que por el fin que persiguen, que en su condición parece inevitable. De todos los escollos que supone el imaginar una sociedad diferente, los subvencionados es uno de los peores de superar, porque siempre van a estar en contra de los cambios, porque forman parte del sistema que los utiliza sin pudor, porque su ambición miserable no tiene límite, y en ninguna de sus formas conocen la dignidad. La mayoría de las veces, culpabilizamos de nuestros males a quién está fuera de nuestro alcance, y sin embargo nos cuesta ver, que a nuestro lado duerme la rémora que nos chupa la sangre sin complejo ninguno, un ser que ha hecho de la justificación un arte, que desde luego le renta, tanto a él, como a su simbiosis el Estado. Y sin que se les mueva un solo pelo ni estremezcan un solo de sus nervios, nos despoja, como después de una batalla, de todo aquello que les pueda ser útil.


El reverendo Yorick.

No hay comentarios: