LOS PODEROSOS LO QUIEREN TODO


LOS PODEROSOS LO QUIEREN TODO
JOSÉ  MARÍA GUELBENZU

14 abril de 1944. MADRID


         Su novia Paloma había estado trabajándole el hígado sin descanso con la intención de hacerle reflexionar sobre su precariedad laboral.
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         -Y ahora –finalizó el mendigo Martínez-, si usted tuviera a bien recompensarme con unas monedas para poder comer, yo le quedaría sumamente agradecido. Y si no le añado lo de que “Dios se lo pague” es porque, a pesar de que usted me vea como me ve, no creo en Dios.
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         Ambos literatos sacudieron enérgicamente sus respectivas fuentes, las pusieron a buen recaudo y acudieron al lavabo a enjabonarse las manos.
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         Después fueron llegando el jefe de la Fuerza Disuasoria; el preboste general de la Banca; el de la Patronal; la exdiputada Rosa Espinosa, recientemente nombrada presidenta de un holding de hidrocarburos de peso mundial; un ramillete de parlamentarios, y el cantamañanas y portavoz del Partido Conservador Luis Lajodiste…(…) hizo su aparición, muy favorablemente comentada, el capo de la Iglesia española, monseñor Lacón y Grelos, acompañado por su consigliere, un joven y sibilino sacerdote de finas maneras.
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         No había piedad, la gente se tiraba en plancha sobre los canapés y menudeaban los codazos bajo el aire de exquisita cortesía.
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         Entonces se le vinieron a la memoria, sin razón aparente pero con razón subyacente, unos versos del primer español al que de manera incomprensible se le concedió el premio Nobel, don José de Echegaray:
        
         Crezco y crezco colosal,
         y miro por ley fatal
         a mis pies el mundo entero,
         que es el moderno banquero
         el nuevo señor feudal.
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No se veía a ningún representante de la cultura debido a la tradicional enemistad española del Poder con la misma, excepción hecha de los prebostes de la rama conservadora y los artistas de la adulación.
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         …como a la sección de criogénesis donde se concentraban un centenar de cuerpos gloriosos, básicamente de políticos y empresarios corruptos, en espera de  que prescribieran los casos judiciales en los que estaban incursos.
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         -¡Eh, tú! ¿A que me bajo las bragas y me cago en tus muertos?
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         Recuerden: descaro para engañar, descaro para mentir, descaro con razón o sin ella. Ahí reside el Poder, su valor único y último, el culmen de la satisfacción absoluta. Nada puede minar tanto la moral del contrario como el uso abusivo y machacante del descaro. La verdad, la evidencia, el delito punible… ésos son conceptos sin contenido real y, en consecuencia, no nos afectan.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)


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