ADIÓS A BERLÍN


ADIÓS A BERLÍN
CHRISTOPHER ISHERWOOD

26 agosto de 1904. WYBERSIEGH. Inglaterra
4 enero de1986. SANTA MÓNICA. Estados Unidos


         Le he dicho que estudié medicina y ella me ha confiado que le preocupan mucho las dimensiones de su busto. Sufre palpitaciones y está convencida de que se deben al excesivo peso sobre el corazón: no sabe si debiera operarse. Algunas amigas se lo aconsejan, otras no.
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         -Puedes ir en tranvía- dijo Herr Bernstein-. No estoy dispuesto a que esa gente me apedree el coche nuevo.
         -¿Y si me apedrean a mí? –preguntó Frau Bernstein, en tono bienhumorado.
         -Bueno. ¿no vas a creer que es lo mismo?Te pones unos esparadrapos en la cabeza y ya está. No cuestan más de cinco groschen. Las pedradas del coche pueden costarme quinientos marcos.
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         Indeciso, impaciente, un poco despistado, con el ansia confusa de pasarlo bien y la incertidumbre acerca de cómo conseguirlo, nunca estaba por completo seguro de que se divertía, de que lo que estábamos haciendo en aquel momento fuese de verdad divertido, y había que tranquilizarle constantemente.
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         -Espero que el médico no será judío- me preguntó severamente Fräulein Mayr.- No permita usted que la toque ninguno de esos sucios judíos.
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         -¡Que aprendan! –exclamaba-. La ciudad está infestada de judíos. Levantas una piedra y salen un par de ellos arrastrándose. Acabarán envenenando hasta el agua que bebemos. Nos ahogan, nos roban, nos chupan la sangre. Fíjese en todos los grandes almacenes: Wertheim, K. D. W., Landauer. ¿De quiénes son? ¡Sucios judíos ladrones!
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         -Estos nazis- empezó-
         -Van a lo suyo- el gordo parecía divertirse poniendo la carne de gallina a su amigo-. Fíjate en lo que te digo: van a limpiar Alemania de judíos. Completamente.
         El austriaco sacudió la cabeza.
         -No me gusta.
         -Campos de concentración –dijo el gordo encendiendo un puro-. Los meten en ellos, les hacen firmar cosas y… luego les da un ataque al corazón.
         -No me gusta nada –dijo el austriaco-. Es malo para los negocios.
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         Hoy brilla el sol y el día es tibio y suave. Sin abrigo ni sombrero, salgo a dar por última vez mi paseo matinal. Brilla el sol y Hitler es el amo de esta ciudad. Brilla el sol y docenas de amigos míos –mis alumnos del Liceo de Trabajadores, los hombres y las mujeres con quienes me encontraba en la I. A. H. están presos, si es que no están muertos.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)


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