BIOGRAFÍA DEL MIEDO

BIOGRAFÍA DEL MIEDO  de  ENRIQUE GONZÁLEZ DURO


La gente quiere vivir y hacer según sus deseos, pero si fracasa será siempre por su culpa, aunque no controle las circunstancias que han determinado su fracaso. Los riesgos y las contradicciones siguen estando socialmente producidos, pero se carga al individuo con la responsabilidad y con la obligación de afrontarlos. Ser individuo significa tener que buscar las causas de los propios problemas en la propia insuficiencia, indolencia o molicie, y no tener más remedio que intentarlo una y otra vez.

Apartar la responsabilidad de las instituciones y situarla en la inadecuación del yo ayuda a desactivar la ira potencialmente perturbadora, o a refundirla en la autocensura y el desprecio de sí mismo.

La culpa siempre será suya. Si enferma, es porque no ha sido constante en el cuidado de su salud; si no consigue trabajo, es porque no ha sabido aprender la técnica para pasar las entrevistas con éxito; si se siente inseguro en su carrera profesional, es porque no sabe ganar amigos o influencias, o ha fracasado en su tarea de impresionar a otros.

El individuo está plenamente convencido de que comprando mercancías será feliz, y consumiendo se concilia con la sociedad y se muestra conforme con el tipo de existencia que él ha elegido, aunque en realidad le ha sido impuesta. (…)
Cuanto mayor sea la libertad de elección –y, sobre todo, cuando puede ser ejercida sin restricciones-, más elevado será el lugar que se ocupe en la escala social, mayor respeto público y más alta la autoestima.

Al convertirse en criminales, reales o probables, los pobres dejan de ser un problema ético y liberan a los demás de cualquier responsabilidad. (…)
No deseados, innecesarios, abandonados… ¿Cuál es su lugar? La respuesta es: fuera de nuestra vista, fuera de nuestras calles y de los espacios público que usan los felices habitantes del consumo.

Los “inventores de enfermedades” obtienen ganancias convenciendo a personas sanas de que se sienten enfermas.

Los antidepresivos, como otros psicofármacos, alivian el malestar y el sufrimiento del hombre posmoderno, al tiempo que fomentan la conformidad con el sistema que los produce.


En un momento dado, al propósito homicida se opone la consideración de que respetando la vida del enemigo, pero manteniéndolo atemorizado, podría empleársele para realizar servicios útiles. Así, la fuerza, en lugar de matarlo, se limita a subyugarlo. Éste es el origen del respeto por la vida del enemigo, pero desde ese momento el vencedor hubo de contar con los deseos latentes de venganza que abrigaban los vencidos, de modo que perdió una parte de su propia seguridad.
SIGMUND FREUD – (Carta a Albert Einstein)

No hay soluciones individuales para las contradicciones sistémicas.
ULRICH BECK

EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)


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