LA TOÑI



MARÍA ANTONIA JOSEFA JUANA DE HABSBURGO-LORENA. Más conocida por María Antonieta. Pero, en la intimidad de los palacios de Versalles era, “LA TOÑI”.

- Hoy estáis preciosa, madame Du Barry.
- Pos anda que vos, Toñi, estáis para haceros un corsé de babas…Ji, ji, ji, ja, ja, ja.

- Corred, que os pillo… corred… ji, ji, ji….

En el ínterin –mientras tanto, vamos- el pueblo de Francia pasaba más hambre que un maestro escuela en nuestra Dictadura Franquista.
Cuando le contaban lo mal que lo pasaba el pueblo y que no tenía qué comer, ella, La Toñi, mientras hacia equilibrios para que la gigantesca y grotesca peluca no se le viniera al suelo, contestaba:

            - Ji, ji, ji, …. Pues, si no tienen pan, que coman tortas…Ji, ji, ja, ja, ja…
            - Huy, disimulad, monsieur Georges, la Charlotte está haciendo pis en ese rincón.
            - Corred monsieur Georges, corred, que os pillo, tunante…ji, ja, ji, ja, ji, ji, ji…


La casa de la reina tenía alrededor de cuatrocientos cincuenta miembros.
La Casa de la reina empleaba doce doncellas, un jefe de guardarropa, un primer ayuda de cámara, dos ayudas de cámara comunes, un ujier común, cuatro ujieres por turnos, dos ujieres de gabinete y dos de antecámara, catorce ayudas de cámara rotativos, seis criados de cámara, un ayudante de guardarropa común, dos ayudas de guardarropa, un guardamuebles común de la cámara, dos ayudas de cámara tapiceros, un relojero, un peluquero-bañador, Léonard François Autié, dos peinadores a comisión,  Léonard Autié y Villanoué, una bañadora, una azafata del guardarropa y un mozo de guardarropa. A ellos se agregaban un sastre para los trajes de amazona, dos mozos de cuerda de la cámara, dos pañeros, una lavandera de la ropa interior de la reina, cargo que se otorgó a los hijos del señor Bonnefoy du Plan, mademoiselle Ronchereuil, que retiraba la bacinilla de la reina, dos frotadores y un ayudante, un bibliotecario y lector, el abate Neuilly y su adjunta madame de Laborde, un secretario de gabinete, monsieur Campan, esposo de la primera doncella. La salud de la reina se confiaba a un médico, monsieur Lassone hijo, un primer cirujano, monsieur de Chavigna, un cirujano común, dos cirujanos fijos, un cirujano partero, monsieur de Vermont, un boticario y un enfermero.
            El servicio de mesa, con diferentes denominaciones, abarcaba sesenta y tres cargos. La caballeriza ocupaba a setenta y cuatro personas. La reina, además, mantenía a un escultor, monsieur Rousseau; un pintor decorador, monsieur  Le Riche; un pintor de miniaturas, monsieur Dumont; un maestro de danza, monsieur Gardel; un maestro de clavecín, monsieur Henon; un fabricante de instrumentos músicos y un luthier, y a su joyero monsieur Boehmer. Además había unas trescientas personas empleadas que vivían de los favores de la reina y que se sucedían por determinado tiempo, que podía ser un año, un trimestre o una quincena. Todo este personal obedecía a un ritual minucioso: si la reina pedía un vaso de agua, el criado de cámara presentaba a la primera doncella un plato bermellón donde había un vaso tapado y una pequeña jarra, pero si aparecía la dama de honor, la doncella estaba obligada a darle el plato. Si la hija del rey o la señora condesa de Artois entraban en la habitación en ese momento, debía entregárseles ese plato antes de llegar por fin a la reina.

            La Casa de la reina se proveía con ochenta y siete “comerciantes que seguían a la corte”: joyeros, sombrereros, costureras, vendedores de joyas y de modas, perfumistas, sastres o tintoreros. Los principales figuraban en el Estado de los mercaderes, proveedores, obreros y obreras del guardarropa de la reina. En él se encontraba, sobre todo, como comerciante de telas que también proveía al guardamuebles real, Le Normand, cuya tienda de Au Grand Ture está situada (…)

            Los comerciantes de modas eran, además de mademoiselle Bertin, que estaba por encima de todas las otras, madame Pomée; mademoiselle Fredin, con la marca L´echarpe d´or en la calle de la Ferronerie; mademoiselle Quentin de la calle de Cléry; monsieur Richard de la calle de Bac, que proveía también a la princesa de Conti; la señorita Picot y la dama Berthelot para las “blondas” (encajes de bolillo) y los abanicos. La dama Hamell proveía las cintas. El señor Beaulard figuraba en la lista con la mención “accidentalmente”. Era el principal competidor de mademoiselle Bertin. Madame Etoffe sucedió a madame Pompée. Era costurera de lencería y comerciante de modas en su taller de Versalles, la calle de la Orangerie, donde la reina “incurría en gastos considerables”. Madame Payen, al igual que los señores Mirvault y Gerdret, proveía de sedas y puntillas, y el señor Boulard suministraba las medias.

            Además de Jean-Louis Fargeon, la reina tenía como perfumistas y guanteros al señor Prévost, sucesor de la viuda Huet.  Etcétera…

EXTRAÍDO DEL LIBRO “EL PERFUMISTA DE MARÍA ANTONIETA” de Elisabeth Feydeau.

Los pasadizos, patios, edificios y comedores están llenos de orina y materias fecales. Al pie del ala de los ministros, un porquerizo desangra y asa sus cerdos todas las mañanas. La avenida Saint-Cloud está cubierta de aguas estancadas y de gatos muertos.  VERSALLES DE LUIS XVI Y MARÍA ANTONIETA
EL PERFUMISTA DE MARÍA ANTONIETA -- Elisabeth Feydeau.


“Su ligereza, sus inconsecuencias, su poca capacidad, han contribuido bastante a
provocar, a precipitar la catástrofe.
Cambió enteramente las costumbres de Versalles; la antigua gravedad, la severa
etiqueta, se hallaba transformada en un galanteo licencioso, en una verdadera
charlatanería de retrete.
Todo hombre sensato no podía escaparse de la pifia de las jóvenes cortesanas,
cuya disposición a la burla estaba aguijoneada por los aplausos de una soberana joven y hermosa”
(Juicio de Napoleón Bonaparte sobre María Antonieta)
            Así las cosas,  el día 16 de octubre de 1.793, La Toñi, fue ajusticiada por medio de la sobria, elegante y, por qué no decirlo, encantadora GUILLOTINA.

            HOY SE CUMPLE EL DUOCÉNTESIMO VEINTITRESAVO ANIVERSARIO DE SU MUERTE.
Últimas palabras de La Toñi antes de que el verdugo CHARLES-HENRY SANSON le separara la cabeza del cuerpo:

-¡¡¡ Bondieu de merde!! ¡¡Je merde Dieu!!
-¡¡¿Cómo luzco ahora mis pelucas?!!
EL BOBO DE KORIA




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