Sacar las cosas de quicio

Leo en un folleto editado por la “obra social la caixa” un ensayo sobre la violencia de genero escrito por Inés Alberdi, catedrática de sociología en la universidad complutense de Madrid.
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La autora hace un recorrido cuasi-histórico por la sociedad patriarcal en la que vivimos, y en la que se encuentra la semilla de la violencia contra la mujer. Aunque en diversas ocasiones a lo largo del texto, la profesora estira tanto la pirueta lingüística en busca de lo que le interesa, que rebasa los límites de lo cabal, por ejemplo, en el apartado titulado – la violación como arma de guerra- expone la situación de las mujeres en los conflictos bélicos, desde que fuera utilizada como botín de guerra, hasta el echo de ser utilizadas para ofender a los vencidos, hasta aquí, todo bien, lo descabellado viene a continuación: “ Existen limitaciones acordadas internacionalmente acerca de los conflictos bélicos y la mayoría de los países que se consideran civilizados reconocen que deben respetarse esos acuerdos…” O sea, según la profesora, existen maneras civilizadas de hacer la guerra, dando por hecho, que las mismas forman parte de las relaciones internacionales, y que mientras no se viole a las mujeres, no hay motivo ninguno para alarmarse. En ese supuesto de países civilizados, a los que no cita, y que hacen la guerra democráticamente, me atrevería a incluir, a riesgo de no equivocarme a los EE.UU. y a Gran Bretaña, que son muy civilizados, y muy propensos a utilizar la guerra, como medida disuasoria contra sus vecinos del mundo.
Bien, pues sin necesidad de irme muy lejos en el tiempo, recordaría a la doctora, una visita a las hemerotecas, para consultar las noticias llegadas de la última guerra civilizada de Irak, y concretamente, a los videos aparecidos sobre las vejaciones sufridas por prisioneros de guerra irakies, de manos de sus civilizados guardianes, esos, que “respetan las limitaciones acordadas internacionalmente acerca de los conflictos bélicos”
Por si no le bastase con eso para reflexionar, le recomiendo la lectura de
–El libro de Manuel- de Julio Cortazar, al final del mismo, se aporta un documento basado en la confesión de soldados americanos sobre las técnicas de tortura y violación en los que eran adiestrados por la CIA para luego poner en práctica en Vietnam.

Señora doctora, en mi opinión ninguna guerra, debería ser aceptada, y menos por alguien que dice defender con su escrito los derechos humanos, y no solo de las mujeres. Intentar hacer un ensayo de buen rollito que como siempre acaba enfocado a la defensa de una determinada forma de funcionamiento social, que en ningún momento cuestiona su razón de ser discriminatoria y que convierte su supuesta lucha por la igualdad en un quiero y no puedo. Todo a medias.
Solo a partir de la libertad individual y el respeto a nuestros congéneres, llegaremos a una libertad de género, el humano, que nos lleve a una convivencia y relación libre entre mujeres y hombres. Ser sociólogo, filósofo, historiador, o lo que sea, y estar al servicio del Estado, es lo que tiene, que tus discursos acaban patinando. Andar pidiendo igualdad, es tan simpático como los sindicatos con las 35 horas laborales, llevan años así y así seguirán. La igualdad de géneros es una falacia, pues la verdadera reivindicación es la Libertad.

En otro apartado del texto, la autora cita un párrafo de un célebre escritor actual que fue publicado en un periódico de gran tirada, el párrafo en sí, es de mal gusto y ciertamente ofensivo, como bien dice la doctora, que curiosamente se olvida de nombrar al autor del mismo, aunque no tiene pelos en la lengua, en cebarse con Aristófanes, que vivió hace 2.400 años, lo mismo ocurre con Cervantes, a quién alaba por un lado y critica duramente por otro, olvidando en ambos casos, situarse antropológicamente hablando, en la época de los dos, en el caso del primero, la griega, mucho más permisiva que la romana, por ejemplo, de la que no dice ni “mu” y de la que parten las bases de la sociedad moderna, incluido el poder del cabeza de familia. Ni en el caso de Cervantes, que como todo el mundo sabe, estuvo en el punto de mira de la iglesia y su brazo ejecutor la inquisición, a la que combatió con inteligencia a través de sus escritos.

En definitiva, texto que parece decir mucho, y dice poco, por sospechosa omisión, pues olvida nombrar, a los actuales gobiernos de este país, y su poca involucración en su abanderada igualdad de géneros. Lo mismo que se puede leer en cualquier texto universitario, periódico o medio de comunicación. Literatura aséptica y políticamente correcta. Lástima de papel.

Yorick.

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