ESTE VIRUS QUE NOS VUELVE LOCOS


ESTE VIRUS QUE NOS VUELVE LOCOS (Edit. 2020)

BERNARD-HENRY LÉVY

5 noviembre de 1948. BÉNI SAF. Orán (Argelia)

 

         Este tipo de desastres han existido toda la vida

         La gripe española, con sus 50 millones de muertos, hace ya un siglo, causó más víctimas de las que se cobrará, sin duda alguna, el COVID-19…

         Lo más sobrecogedor ha sido la extraña manera que hemos tenido de reaccionar esta vez.

         La epidemia no solo es la del coronavirus, sino la del miedo que se ha cernido sobre el mundo…

         El Dáesh ha declarado Europa zona de riesgo para sus combatientes, que se han ido corriendo a sonarse con pañuelos mentolados al fondo de alguna cueva siria o iraquí…

         Nunca habíamos visto en Europa a los jefes de Estado y presidentes rodearse de uno o varios comités científicos antes de hablar…

         Son conscientes (los médicos) de que no son más inmunes que los políticos a los pronósticos azarosos (Yazdan Yazdanpanah: “En Francia no habrá epidemia porque estamos preparados”)…

         Sé que la “comunidad” de sabios no es más comunitaria que otras; está sembrada de líneas divisorias, de sensibilidades e intereses divergentes, de celos despreciables, de querellas de erudición y, también, de disputas de base,…

         O aquel obispo francés que decía, en una iglesia vacía, que “Dios se vale de las penas” para que saquemos de ellas “lecciones de conversión y purificación”… Bolsonaro, que propuso un ayuno nacional para exorcizar al demonio e implorar su misericordia…

         Siempre he pensado que le hacemos un flaco favor al mundo cuando se reduce la política a la clínica, cuando se reduce la enfermedad a ese vestigio del hombre que son la muerte y el mal, y cuando se pretende, con esas enfermedades, curar al género humano…

         Consulté las obras de Rachi: todo médico, dice, comete errores y abusa de su poder; que sea “mejor” hace que su falta sea todavía más inexcusable, por eso, al infierno, ha de ir…

         Nuestra relación con los ancianos –otro indicador del salvajismo-, abandonados en las residencias…

         Una vida que, por poco que se le garantice su supervivencia, está dispuesta a ceder en todo lo demás (rezo, respeto a los muertos, libertades, balcones y ventanas que dan a un patio interior por el que nuestros vecinos, cuando acaban de aplaudir al personal sanitario, nos espían)…

         Una vida en que acepamos con entusiasmo o resignación, la transformación del Estado providencial en Estado policial; o por ser más exactos, en la que se acepta que la salud reemplace a la seguridad, una vida donde se consiente este desplazamiento: adiós al contrato social para darle la bienvenida a un nuevo contrato vital (abdicas un poco, mucho o lo esencial de tu libertad y yo te ofrezco a cambio una garantía antivirus)…

         El mundo está hecho para hacernos un ovillo en él, dice el rey Corona. Está hecho para que nos acostemos en su lecho. Y si nos cuesta coger el sueño, habrá que contar ovejitas, fajos de billetes –si los tenemos- y, después, virus.

         ¿Acaso no es bella la vida?

--

EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

 

No hay comentarios: