el fuego es hermoso


Arde Notre-Dame de París. La belleza del fuego iluminando el templo es indescriptible. Aunque la opinión generalizada es: que es una imagen terrorífica. Sí, no dudo de que es terrorífica, cuando en tu vida no pasa absolutamente nada que resaltar: Te levantas, desayunas, lees el periódico, compras el pan, comes, te echas la siesta, das un paseo, cenas y a dormir. En este lado del mundo cualquier suceso es terrorífico.
Enseguida comienzan las donaciones. El presidente de la república sale en televisión. Millones donados por las grandes fortunas del país. El resto del dinero público. La iglesia se frotará las manos una vez más, al ver a medio mundo rendido a sus pies.
 El fuego es hermoso y si sirviera para que abriéramos los ojos de una vez y dejáramos de seguir dioses apolillados, bien estaba que ardieran todos los templos, mezquitas, santuarios y capillas del planeta. Si comenzaran a preocuparse por las personas en vez de por un montón de piedras bien valdría la pena unas cuantas piras funerarias. Lo que temen por encima de todo es la perdida de su identidad, sus obras. Tiemblan los hombres y mujeres viendo el derrumbe de la historia, su historia.
Temen por sus palacios, sus castillos, sus monumentos, sus cuadros. Temen por su memoria hecha de materiales. Pero no temen por la historia del pensamiento, por la historia de sus ancestros más humildes, como si ellos no hubieran existido, sin embargo perdura el del sable, el asesino, el conquistador.
Ahora se rompen las vestiduras por su templo, hacen vigilia en la calle, hay rezos. Hace poco más de un siglo. La iglesia no valía nada se pensaba en su demolición. Fue un escritor, quién puso su pluma al servicio de las piedras, escribiendo una de las historias más bellas y tristes que se hayan hecho nunca quién la salvó.
Ahora, conscientes del beneficio que genera el turismo, sacan al presidente de su caja, para que anuncie a bombo y platillo la inmediata reconstrucción. El desastre también genera turismo. El dinero logrado con especulación y robo de estado es donado para las piedras pero nunca es puesto al servicio del bienestar de las personas, y pretenden que asintamos con la cabeza y lo demos por bueno. Ellos deciden, ellos se apropian de la catedral, de la que no han hecho ni una sola piedra. De aquellos albañiles y carpinteros y artesanos que se dejaron la piel nadie se acuerda. Nadie sabe quienes eran, ni siquiera se les ocurre pensar que los que portan los chalecos amarillos y tanto les han incordiado estos últimos meses son descendientes de aquellos y que ocho o nueve siglos después, siguen luchando por las mismas cosas.

el reverendo Yorick.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tantas iglesias,tantos curas, todavía!!!. Con los buenos aparcamientos que saldrían de los solares que quedasen expeditos. LO digo porque ha poco estuve en París y pagué un testículo en guardar el coche. Hacen falta más fallas de estas.
Salud y suerte Reverendo.
Onofre Gutierrez