la primera vez que vi París


La primera vez que vi París recorrí sus calles de la mano de Oliveira buscando a la Maga, o callejeando para quedar con el club de la serpiente. Los enfebrecidos paseos del bonaerense me llevaron a la búsqueda de seres bendecidos con un aura mágica.
Jean Valjean me arrastró por las cloacas, por las catacumbas, buscando salvar la vida, luchando por cerrar sus estigmas. Genet susurró la sordidez de una ciudad dentro de otra y el vicio y la belleza rota se me presentaron de golpe. Balzac me habló de sus gentes, de sus sueños, sus fracasos, sus mentiras y su nobleza.
Las imágenes las pusieron Tolouse-Lartrec, Utrillo, Modigliani, Picasso.
Manolo Huguet, Rodin, Aristides Maillol...le dieron forma para que otros la soplaran. Quasimodo, el fantasma de la Opera, los ahogados en el Sena, la angustia existencialista de Camus, la certera frialdad de Sartre. Rimbaud con su corazón desprendido, Verlaine y su rastro de lágrimas secas. Baudelaire y el sonido de los tinteros vacíos y las plumas clavadas en el alma.
La música la pusieron otros tantos: Aznavour, Brassens, Deville, los cabarets, el acordeón...

Tantos guías, tantas miradas, tantos itinerarios. Ahora me enfrento a la primera vez que tocaré París, que respiraré su aire, que pisaré sus losas y adoquines, los mismos de la Comuna, redondeados por la historia. En ciudades como estas no son necesarios los museos, las esquinas cuentan, el cielo encapotado, las luces mortecinas de los callejones, los camiones de la limpieza, el tintineo de las cadenas de almas en pena que vagan por la ciudad. La primera vez que vi París, resultó que todo era cierto.


Yorick.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como siempre, Yorik atina con lo que pienso y me hace, ha veces plantearme preguntas. Otras, las sensaciones y recuerdos que evoca. Gracias