ELOGIO DE LA ESTUPIDEZ

ELOGIO DE LA ESTUPIDEZ

JOHANN PAUL FRIEDRICH RICHTER, Wunsiedel (Alemania) 21 marzo de 1763 – Bayreuth, 14 noviembre de 1825


Un idiota es idiota todo el tiempo; un loco suele estar loco sólo por una breve temporada.

A menudo, para recibir un cargo, basta con ser idiota, pues aquel que lo concede es indulgente con quienes son su fiel retrato.

Los que más han fomentado y nutrido la estupidez del pueblo son quienes más se han beneficiado de ella. No es cierto que la estupidez garantice el cielo en la otra vida, pero sí lo es que se lo procura en esta vida a quienes pregonan lo primero (…) y jamás ha sido el cielo más feliz que cuando el vulgo era estúpido en grado sumo.

La arrogancia ocupa en el estúpido el espacio que deja la razón.

El memo gusta de la compañía de los memos; con ello trata de dar salida al afán de cosechar honores, y de coronar sus ideas con un laurel inmarcesible.

La estupidez es la madre de la superstición, y creo que si ha tomado prestado el hábito de la religión es sólo para comparecer con un porte más elegante.

La locura esa claramente distinta a mí (LA ESTUPIDEZ), y no se engendra sino por el cruce de la sapiencia conmigo, como el mulo surge de la unión del caballo con el burro. Por eso un estúpido ama más a un estúpido que a un loco.

¿Qué otra cosa cabe deducir, sino que un grado elevado de santidad se adquiere solamente mediante un grado no menos elevado de estupidez?

Hago (LA ESTUPIDEZ) feliz al estúpido tanto por la cabeza como por el corazón. Cierto que no le ofrezco la sabiduría, pero sí la creencia de que la tiene en su poder.

Pero no son sólo los eruditos, sino también los ricos y poderosos los que se ocupan la mayoría de las veces de propagar la estupidez e impiden la divulgación del saber.

Se representa a la Justicia con los ojos vendados, pero la habrían representado con más justicia si la hubieran inmortalizado en el acto de vendar los ojos a otros.

El oro del príncipe hace que la lengua del sabio se torne pesada como el plomo, de modo que el sabio, en su jaula dorada, como los p´sjaros que sólo cantan al aire libre, pierde con la libertad al mismo tiempo, su valía, su felicidad, su vida.


EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)

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