TENGAN CUIDADO AHÍ FUERA

Morir de pánico se está convirtiendo en norma. Cada vez que una alarma terrorista se dispara, el miedo corre como la pólvora acabando con cualquier resto de sentido común. Incendios, explosiones, y catástrofes de cualquier tipo, generan una estampida humana que recuerda la migración africana de los Ñu. Incoherentemente todo el mundo pierde el culo, a costa de pisotear o aplastar al que tenga delante.
¿Acaso no vemos a diario en cualquier noticiero las consecuencias de esas estampidas humanas? ¿Nadie se plantea que haría llegado el caso? Nadie se hace la pregunta de que en cualquier momento puede verse enfrentado a una situación límite?
Llega uno a pensar que las comunidades civilizadas humanas están tan infantilizadas, que dentro de sus esquemas de pensamiento, no pueda caber la posibilidad de una catástrofe.
Tranquilamente se tiende a pensar que uno sale de su casa por la mañana, y que sin duda volverá por la tarde o por la noche, una vez acabados sus quehaceres diarios. Que nada puede cambiar, que nunca te va a ocurrir a ti. Pues no es cierto, uno de esos minutos de la vida, es completamente distinto de los demás, y es en ese en el que te lo juegas todo. No estaría de más, mantener la calma unos instantes para decidir el siguiente paso, el que seguramente nos salve la vida, y si no es así, no es necesario caer en manos del llanto, los gritos....y dios. No sería mala cosa el aceptar que la vida se va a terminar en ese instante, tampoco es tan dramático, llevamos millones de años muriéndonos, y tampoco ninguno de nosotros es mejor que los que ya dejaron de merodear por aquí. Poner un poquito de dignidad a la muerte, sería un bonito final.

Se cansa uno de ver a “espantaos” cobardes, y llorones, que luego recuperan el empaque para contar que se escondieron en el servicio o debajo de un coche. Por no hablar de los que se matan ellos mismos, a causa del pánico.

En fin, no tengan la vida tan sobre valorada, sobre todo cuando le ven las orejas al lobo, y dediquen su tiempo a vivir de verdad, que la parca no avisa a nadie, cuando se presenta con su flamante guadaña.

Yorick.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen artículo.