Puede que yo imaginara que dolía
que creyera ferozmente que estabas aquí
que viera océanos en el desierto
y hubiera desiertos en mis cataratas


puede que en verdad yo fuera cementerio
y extinguiera la botánica alegre de tu jardín
quizás era lava de volcán lo que yo creía elixir


qué angustia esta duda arrebatada
que se torna clavo ardiendo o chaleco hunde-vidas
que transforma las dudas en certezas
en páramos de autocomplacencia perdida


tal vez no debiera sobrepasar mi cuota de sueños
cada vez que una mirada retadora se clava en mis pupilas
en esos instantes del amanecer que amenazan con cambiar todo
y nada de lo previsto sucede


qué maldita colección de malentendidos
qué suplicio pinzado como la colada
claveteado como la puerta del armario
que se desploma con cada intento de atrapar la marmita


maldita paradoja que se muestra
cada noche que bajo la basura
y me asomo al fondo oscuro del contenedor


Paloborde

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