Pinocho

Pinocho no era una marioneta juguetona, traviesa y mentirosa, de simplicidad infantil. Si como imaginó su hacedor, fue el lenguaje la luz que le dio vida, y si como dicen los estudiosos del cuento, a través del lenguaje y el conocimiento, el leño, cobra vida y acaba convirtiéndose en niño: El lenguaje y el conocimiento ya estaban corrompidos.

Pinocho era mucho más. Pues aun muñeco, era un niño, y un niño, es una esponja que absorbe todo lo que ve. Y lo primero que absorben los niños-esponja, es el comportamiento de los adultos, es decir: Egoísmo, egocentrismo, avaricia, crueldad, soberbia...
Desoyendo los consejos de su conciencia insecto, el muñeco, decide que su propia lectura de las cosas, le marcará el camino a seguir, y que es más fácil que el que le proponen los mayores. Así, en su inocencia e ignorancia del mundo, va cayendo, de desilusión en desilusión, de fracaso en fracaso, de decepción en decepción. Arrastrado por una crueldad humana congénita que le hace buscar refugio en la mentira.
Después llega el episodio de la ballena, donde el miedo y la soledad, lo empujan al arrepentimiento, desde el que reconocerá su error, y añorará al viejo carpintero y la senda que éste le marcara.
Por si todo este sufrimiento no fuera suficiente. Pinocho se ahogará en el mar. Y después resucitará, ya como niño de carne y hueso.

¿Se convierten así los cuentos en nuestro muñeco de madera?
¿Es la moralina que encierran la que nos indica el camino recto?

La experiencia, y por tanto los consejos de padres y educadores son una parte, de como podrías desarrollar una vida...Pero falta algo: La realidad social que te rodea. El seno de la familia en la que nazcas, y por tanto, desgraciadamente, el número de ceros de la cuenta corriente de tus progenitores.
En las favelas de Brasil, en los campos de refugiados somalíes, en las chabolas y guetos de gran parte de las ciudades, hay muchos Pinochos. Pero sus cuentos no ofrecen una segunda oportunidad, todo lo contrario, a veces, ninguna oportunidad.
Los niños son borrados del mapa, no sin antes haber sido vilipendiados, e incluso extirpados de toda inocencia o buena voluntad. Vejados y convertidos en pequeños monstruos desarraigados del amor.

Los cuentos con moralejas, deberían existir para los adultos. Esos que rigen un mundo podrido y confiesan ante su dios algún que otro domingo, en busca del perdón.
Los que destrozan vidas, mucho antes de que estas echen a andar.

Pinocho fue una víctima a la que se quiso dar una lección de miedo, para después, convertirlo en un esclavo temeroso. 
La realidad, es que la novela original tuvo otro final. Más cruel, más real. No había una segunda oportunidad para el muñeco. Éste acaba ahorcado, después de haber sido engañado por un zorro y un gato.
Hagan el trasunto de personajes, a ver que les sale. Mi mente enferma no hace más que entroncarlo con la puta realidad. Ya saben...

Que tengan un buen día...de cuento.

el reverendo Yorick.

No hay comentarios: