NOS QUEDAMOS SOLOS..


Vivimos tiempos duros, de horfandad creativa. La muerte con selectiva frialdad, y con el chasquido escalofriante de su látigo implacable, nos arrebata a los genios, a esos seres imprescindibles que en algún momento de nuestra vida, se convierten en padres putativos, hermanos mayores, o madres despojadas de santidad.
El problema es la irremediabilidad de esas perdidas, la soledad intelectual, o la certeza de que el alto grado de creatividad y belleza alcanzado por ellos, no volverán. Lo puedo afirmar sin pudor: no volverán. Por el momento no hay relevo, no hay riesgo, no hay pasión, no hay dolor que guíe en la noche.
Lo que se escribe, ya sean libros, canciones, partituras. Lo que se pinta, lo que se moldea, y lo que se esculpe, atiende a un lenguaje sin riesgos, encarrilado en las vías del comercio. Se sabe caballo ganador. Su público satisfecho, chasquea la lengua, creyendo tener las riendas de la expresión. Desde su punto de vista, pueden tener razón, pero esto no es real. Si algo me concilia con el ser humano, es su capacidad creativa y su elogio vivencial por la belleza. Solo hay que aprender a mirar, no hacia arriba, sino hacia abajo, en los rincones, las callejas, donde el tiempo no corre, porque no existe, donde la inocencia es un preciado tesoro que se mima y se protege. Ahí, no hay miedo al cante, ni al dibujo, no se compite, sino que se admira sin envidiar al mejor. Donde los bardos y poetas aun transitan arropados por la sencillez carente de ambiciones.
Esa es mi ciudad invisible, que sin embargo está ante mis ojos y se manifiesta a diario.

Muere un genio, muere otro, pero no es el fin. Los tiempos, efectivamente han cambiado, pero ellos siguen entre nosotros y quizás lo mejor fuera que siguieran así, para que nadie, ni siquiera la muerte no los pueda arrebatar.



el reverendo Yorick.

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