CARNE CRUDA

Hace casi dos años, que por casualidad, descrubrí un programa de radio. Su horario coincidia con el mio de comer, y nos hacía incompatibles. Pero aquel día, yo había ido a trabajar a un pueblo más lejano de lo normal. Como estaba en plena sierra, en vez de parar a comer en algún restaurante, decidi, hacerlo en el campo. Después de comer, y de darme un paseo, me senté en el suelo junto al coche, y puse la radio. Y allí estaba aquel programa: Carne Cruda, en Radio 3 de Radio Nacional.
Su frescura, dinamismo y contenidos, me atraparon de inmediato. Desde entonces, intenté oirlo siempre que pudiera. Las atrevidas críticas de su presentador Javier Gallego, se me presentaban como un oasis en medio del desierto informativo en el que vivimos. Desde el programa, se dio tribuna a personas que de otro modo no hubieran podido contar la verdad, verdad, que el resto de medios manipula en su beneficio.
Por allí pasaron escritores, dibujantes, actores, miembros de organizaciones, testigos directos en sucesos terribles. Todos ellos, personas habituales de las caras B de los discos de la vida.
Siempre que oía el programa, tenía la terrible sensación de que iba a acabar pronto. De que tarde o temprano, la terrible censura pasaría su cuchilla a la altura del cuello de un puñado de irresponsables valientes.
Y así fue. Ayer leí en el periodico que el nuevo director de Radio 3 , el anodino y lineal Tomás Fernando Flores, había decidido suspender el programa, aludiendo el alto presupuesto de este. javier Gallego se defendió en su blog, presentando su nómina y la de sus colaboradores, algunos de los cuales cobraban un precio simbólico por hacer radio de verdad. El flamante, aséptico y demócrata nuevo director de la emisora volvió al ataque, aludiendo a los contenidos del programa, objetando que estos eran sensacionalistas, e impropios de una radio pública. No cuesta mucho imaginar "la radio pública" soñada por el señor Flores: Un bálsamo de entretenimiento donde no haya el menor asomo de crítica, y mucho menos hacía la mano que le da de comer. Durante los años que llevo oyendo esta emisora, siempre eché en falta más implicación en la vida pública, algo de discurso comprometido con una sociedad engañada y vilipendiada. Por el contrario, la nómina de dinosaurios de la emisora, todos ellos cortados por el mismo patrón, resulta flagrante, edulcorada, y en algunos casos vomitiva. Aunque viendo el panorama ideológico del país, no es de extrañar. Un estado donde se compra a los pensadores, filósofos y escritores para ponerlos a sueldo y mantener con sus excrecciones mentales sujeta a una mansa que se aleja del pensamiento tanto como la nieve del desierto. Y luego tienen el descaro de hablar de la muerte de los ideales.
Dice también el señor Flores, que el programa era más propio de emitirse en una radio pirata. Desde luego es una buena pista, viendo cual es la alternativa institucional. Está claro que cualquiera que tenga inquietudes, tendrá que hacer girar el dial, en busca de esos lugares fronterizos, donde las ideas y la verdad, si que tienen cabida. Por mi parte dire, que no volveré a escuchar Radio 3, pues no quiero formar parte de esa legión de cómplices, empezando por los propios compañeros de Javier y de su equipo, que lo que buscan, es un mundo sin emoción, fabricado con mentiras. ¡A la mierda! con los gurús de la radio, que si fueran más inteligentes, observarían, que hasta el poderoso diario "El País" contaba en sus filas con un agitador y crítico inteligente como Eduardo Haro Tecglen, que levantaba su pluma inmisericorde contra toda injusticia, ya fuera social, política o informativa.
Así que Javier Gallego, Gracias. Por traer aire fresco a la radio, por entrevistar a Jesús Lizano, por contar la verdad de los incendios de Valencia, por convertirte en perseguidor implacable del presidente del gobierno y su gabinete de inútiles. Por desvelar mentiras económicas y de la banca sin pelos en la lengua. Espero que encuentre su sitio, aunque sea fuera de ese ente viscoso que se denomína a sí mismo: "Radiotelevisión Pública"

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