Itinerario casual para una existencia vital carente de destino.




Algunos lugares al azar:

La calle Marbella en Camas, Sevilla.
El paseo de Extremadura en Madrid.
El paseo de Yeserías en Madrid.
La calle Escoriza en Madrid.
La urbanización Santa Corona en Tarancón, Cuenca.
El barrio de Gamonal en Burgos.
La urbanización El Alcornocal, Manzanares el Real, Madrid.
La calle de Mare Vella en Valencia.
La calle de Llíria en Valencia.
Bajo unas piedras en el pirineo francés.
En el monte Hacho de Ceuta.
En la Ronda de la Muralla en Lugo.
En A Ribeira, Vilalba, Lugo.
En algún lugar cerca de la escalerona, en Gijón.
En Celles, en la Pola de Siero.
En los alrededores de Llíria, Valencia.
Cerca de Casinos. En Valencia.
En Huevar del Aljarafe, Sevilla.
En el barrio de Canido en Ferrol, A Coruña.
En el litoral portugués.

Todos ellos lugares bajo el mismo cielo, y en el mismo planeta: un lugar llamado Tierra.

Donde muchos juegan a ser dioses, otros lo hacen imaginando ser sabios. Otros simplemente aceptan la verdad de que han nacido para ser mejores que los demás, aquellos a quienes menosprecian, y sobre los que se creen moral, y físicamente situados.
En todos los lugares, una locura imbuida de malsana cotidianidad sumerge la realidad en unos absurdos profundos harto incomprensibles para quien solo dedicó su vida a la búsqueda infructuosa de si mismo. Sin negar tampoco la terrible soberbia que supone decir en algún momento de la vida: “Yo” Como si esto indicara que sin ceremonias milagrosas de por medio, somos los afortunados huéspedes de afamadas deidades.


Yorick.

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