Pareciera que con el anterior presidente de EE UU se hubiera acabado un ciclo. El de los presidentes autoritarios. Una corriente de cercanía recorre el mundo de la política. Los nuevos mandatarios de los países más ricos adoptan poses similares, buscando una complicidad con los votantes. Una filosofía de buen rollo e incluso camaradería se percibe en esta casta que muta, siempre persiguiendo el mismo fin: La permanencia mediante el engaño. En nuestro país, también lo vivimos, el cambio del presidente del extraño bigote, al presidente de las cejas a dos aguas fue notable, el primero caracterizado por sus gestos hoscos, prepotentes y desagradables, el segundo, como si de un misionero en Brasil se tratara va dando palmaditas y regalando su sonrisa de caricatura allá donde se presente. Incluso la monarquía decimonónica que padecemos se alisto a este movimiento de proximidad al vulgo, casando a su heredero, nuestra pesadilla venidera, con una periodista divorciada.
El colmo de este movimiento ha sido la proclamación del último presidente americano.
En la crónica política, estos cambios de imagen se traducen en una estrategia adoptada por todos, esto es, crear la ilusión de que les importamos algo, adoptar caras de preocupación y transmitir una imagen de político que sufre con su pueblo y es consciente de la repercusión de sus actos. Dichos actos no cambian, la forma de disculparlos si. Sus biógrafos se encargan de hacer notar la procedencia humilde de muchos de estos seres, recalcando que su origen no dista mucho del de cualquier persona normal, incluso en algunos casos, estas biografías, se sumergen en una historia de dificultades económicas. El mundo del folletín al servicio de la política.
Hace unos días, el presidente americano salio en televisión pidiendo disculpas por las victimas civiles de un bombardeo llevado a cabo en Afganistán. El discurso colonizador de su antecesor es el mismo, las formas no. La cara humana de la política vende, y es socialmente aceptada. Sin embargo, como decía, toda la verborrea humanitaria se queda de cara a las televisiones. En la realidad las garras opresoras se siguen clavando en los mismos sitios, mediante la falacia moralista de los grandes policías terráqueos que justifican la explotación y el expolio de gran parte del mundo. Pero ahora son simpáticos, y cercanos, y esas formas son suficientes para acallar a muchos, para expandir la falta de juicios propios, para ahondar en la ignorancia de la realidad. Para demostrarnos con su nueva estrategia lo serviles que podemos llegar a ser, en una nueva vuelta de rosca que aplaudimos, soñando con avaricia con que nuestros hijos lleguen a ser como ellos.
el reverendo Yorick.
No hay comentarios:
Publicar un comentario