el profesor de música

La respuesta del niño, le cayó como un cubo de agua fría. Por un momento se quedó sin palabras, pensando en que responderle, mientras el chaval le miraba fijamente, consciente del impacto de su respuesta: -Yo estoy a favor de la pena de muerte, en contra del aborto y de la eutanasia- Había dicho. Las palabras le martilleaban el cerebro, ¿Cómo era posible? Solo era un chaval, y las consignas ya estaban ahí ¿Qué sabía él de abortos? ¿De sufrimientos límites? Se daba cuenta en estos instantes de lo frágil que era su vida de profesor, el miedo al bloqueo siempre estuvo ahí, en momentos como este. Lo que más rabia le producía, era tener que tirar por la vía de en medio, a fin de evitar que la clase se le fuera de las manos. Pensar que tardaría meses en diseñar una estrategia para desde su clase de música, dejar constancia de su opinión sobre estos temas. Esto era lo más difícil y agotador, las limitaciones a las que se veía abocado y el riesgo que asumía al mantener una opinión contraria a la mayoría. Nunca, desde luego, opto por imponerlas, su único objetivo era el razonamiento, el debate, la duda, plantear las contradicciones de la vida con análisis para intentar que los chavales opinaran ellos mismos, alejándose de respuestas encontradas, así lo había llevado a cabo siempre, y así lo seguiría haciendo. De forma fría explicó al chaval que las cosas no podían ser tan extremas, que si existe un debate sobre cierto tema, siempre es porque diversos grupos de personas opinan diferente, y que estar de parte de la mayoría no da siempre la razón. Algunos más levantaron la mano, y expusieron su opinión, unos a favor del chaval, y otros en contra. Ese día estaba claro que no hablarían de música. Les dejó decir, pues el momento se presentó propicio, los mismos chavales, tenían opiniones enfrentadas, y los argumentos de cada grupo no aniquilaban a los del contrario, de esta forma, ejerciendo de soporte de báscula fue desgranando las opiniones de los alumnos de uno y otro lado. Cuando sonó la campana, como un resorte, todos los alumnos se movieron, esperando que él diera la clase por finalizada, así lo hizo, mientras salían del aula los observaba, ahí estaban todos haciendo bromas, y parecia que desconectados de lo que acababa de ocurrir en la clase. Los más acalorados de los dos grupos que se formaron se mezclaron con sus compañeros como si nada, mientras se dirigían al patio.
Se quedó recogiendo el aula, en una mesa olvidado había un folio, con el resultado del ejercicio que había propuesto para hacer una canción protesta, con letra redonda y temblorosa había una estrofa escrita defendiendo la pena de muerte –canción protesta- pensó, mientras se dirigía a la puerta riendo a carcajadas.





El reverendo Yorick.

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