pesadilla de verano

Recorrer la piel de toro estos días de verano se convierte en un suplicio, allá donde vayas, familias o grupos de turistas y veraneantes que se desplazan para pasar sus vacaciones. Con sus vestimentas ridículas que los iguala y que seguramente den la imagen más real de todos ellos: la mediocridad.
En los aparcamientos sus coches limpios y flamantes, estandartes de sus posiciones sociales. Al parar en una gasolinera o en cualquier bar en un pueblo de paso, los observarás pegados al televisor, pendientes de la evolución de los deportistas patrios en las olimpiadas. Caen dócilmente en la maniobra nacionalista de machaque mediatico con el deporte español.
Sus lecturas de verano ofenden la mirada de un amante de la literatura, pues solo basura disfrazada de best-seller copa el ranking de estos seres.
Fuera de su medio, se abstienen de comunicarse con nadie, y en los servicios y pasillos bajan la mirada, como temiendo encontrarse con alguien.
Ignoran por completo que son víctimas. Claudicando y aceptando se han convertido en lo que son. Y observados en su conjunto dan pavor, porque son legión.
Absolutamente domesticados solo necesitan una consigna, un mensaje de sus gobernantes y caminarán en la dirección que les marquen. Forman parte de un plan perfecto. Son los peones del poder. Sin objetividad.
Verlos a todos juntos acudiendo a sus vacaciones programadas, da mucho miedo.


El reverendo Yorick.

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