naufragos

Queda poco sitio para quien no pretendió. Para quien buscó la sencillez y pasó de rollos competitivos. Para aquel que nunca quiso empujar a nadie, aun a riesgo de nunca ser oído. Para quien busca el rincón plácido de la soledad, o el encuentro de una charla sencilla plagada de silencios. Para quien invitó a su mesa al viajero o recogió al caminante en la carretera. Aquel que creyó con fuerza en sus semejantes se queda solo ante dioses y políticos de empachante suerte embaucadora. Aquel que creció entre resignación y ánimo es arrinconado por modos y formas contagiosas. Sin siquiera pronunciar juicios, quien no pretendió se arrincona, presiente un amargo vaivén y acepta. Como aprendió de sus mayores en cuyas enseñanzas supo que los gritos y forcejeos no conducen a nada, que solo la calma y la resistencia soporta la tormenta. Que el código silencioso del lobo de mar es el único precepto valido. Aquél que nos remite a la desproporción de una supervivencia en los momentos más impensables. Que con cada hora finada nos enseña por medio de débiles señales que no estamos solos. Solo arrinconados. Sobreviviendo y aprendiendo. Sin acritud. Dispersos en un océano de aceptación, pero no solos. Cada encuentro con alguien similar se convierte en un descanso, en fuerzas renovadas para seguir aguantando a fin de evitar la extinción de una forma de ser y estar diferente. De una discrepancia que se enfrenta al echo aceptado de la multitud, que no duda en apuntar con el dedo a los supervivientes del naufragio.


Yorick.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

moi bonito

Unknown dijo...

No sé si decirte con alegría que vayas descansando de nuevo porque soy un 'náufrago más' o indignarme aceptando, de nuevo, ser ese 0 a la izquierda. Cero que sin pretender; SI observa a los demás (que no es lo mismo que mirar), SI ayuda a aquellos ( que no es lo mismo que dar dos palmitas en la espada), SI piensa y reflexiona las cosas, SI apuesta por las personas y no por lo que tienen, SI lucha aunque a escondidas y sin hacer ruido por un mundo diferente y NO recibe apenas valor alguno mas que el de ser un miembro más y olvidado en esto que llamamos sociedad.

Así acabaría un gran amigo mío:

Ya ves...¡Qué mundo éste...!