apariencias

Aparentemente no ocurre nada. Aparentemente todo va bien. El mundo en su cara afortunada se despierta un día más. Se respira cotidianidad, hay coches y camiones por la carretera y personas andando por las calles. Comercios abiertos, gente que trabaja, en las obras, el campo, o las fábricas. Las conciencias adormiladas rememoran el partido de anoche, o las carreras de ayer, o el congreso de su partido político. Participando así de esa apariencia en la que no ocurre nada.
¿No ocurre nada, o no queremos saber nada de lo que ocurre?
El gran monstruo come-vidas creado por los humanos se revuelve inquieto, porque en la parte del mundo donde clava sus garras, las personas a las que aplasta y de las que se alimenta se mueven. Tiene dos trabajos el monstruo, por un lado aplacar y someter ese movimiento, colocar las cosas en su sitio para seguir funcionando y mantener contentos a los humanos que lo crearon. Y por otra parte, ha de crear engaños suficientes para que las personas que viven sometidas pero sin enterarse a esas otras personas que crearon al monstruo sigan sin enterarse, ni se preocupen de cómo la bestia acaba con las rebeliones desesperadas de sus víctimas… las peor paradas digo.
Así los creadores de tan abominable ser maquillan sus actos a través del engaño, un engaño que consiste en hacer creer a quien lo padece que participa, que tiene derechos y opinión. Que formar parte de una comunidad que se reúne alrededor de un trapo de colores legitima que él sea, y los que no estén bajo ese trapo no.
De esta forma se consigue que aparentemente no ocurra nada. El monstruo fabrica constantemente consignas y palabras engañosas manipulando y cambiando el lenguaje, después las lanza hacia las personas que las engullen ávidas para tener con que defenderse sin tener que pensar.
Sin embargo, el monstruo es débil, sobre todo cuando los engaños son muchos, y las evidencias que los descubren muy grandes, muchos monstruos cayeron y nacieron otros más fuertes detrás, pero si cada vez mueren más deprisa es una mala noticia para sus creadores, y eso puede estar ocurriendo.
En este día en el que aparentemente no ocurre nada, tengo el pensamiento fijo en las personas que el fin de semana arrollaron la frontera de Melilla, nos enseñaron de su fuerza cuando están unidos, y de la fragilidad tonta de una valla. Los cogieron a todos, pero eso no va a durar siempre. Ahora el monstruo prepara nuevos engaños, intentando criminalizar a todo el que entre en su territorio de forma ilegal, legitima sus engaños nuevamente atemorizando a los que viven bajo su trapo de colores. Pero: ¡Cuidado monstruo! Si alguna persona perseguida, con papeles o sin ellos, luchando por su libertad de buscar un mundo mejor llega al horizonte de mi casa, te lo advierto, sus puertas estarán abiertas para él, tendrá toda la ayuda que pueda darle sin importarme un pito que me persigas también a mí, porque otras puertas estarán abiertas también, y porque es mejor participar del sueño de la libertad que vivir mil años como esclavo sin cadenas, sujeto solo por el miedo en este mundo artificial, donde aparentemente no ocurre nada.

el fantasma de espartaco

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