Preludio

No puedo abandonar las batallas perdidas
Sin participar en una más que también perderé
Paseo las heridas abiertas frente al graderío
Queriendo escandalizar a los que allí se sientan
Pero ellos lejos de impresionarse
Buscan mis llagas para hundir sus manos
Con gestos infames se gana este juego
Y a pesar de tantos y tantos cambios
Ninguno influye en el resultado final
Y se crea la gran paradoja
Pues a pesar de no creer en los destinos escritos
Me resulta fácil vaticinar mi futuro
Sin yerro que lo frustre
Y ese hecho coloca mi ser
En el terreno de los olvidados
Los que sufrieron el destierro de los mudos
Convertidos en burla y caridad de los ganadores
Que exhiben sin pudor el fajín de los asesinos
Y usan su lengua lasciva
Para martirizar el descanso de los perdidos
Que sucumben frágiles a pesar de su número
¿Qué sentido tienen entonces las epopeyas?
Si tan grande son las evidencias
Presenciamos la catarsis con un grito muerto en la boca
Sin que exista ninguna necesidad
De maniatar nuestros miembros
Ni de ser arrastrados a la tapia desconchada de un cementerio
Les enseñaron a sentir asco de si mismos
Y ese asco se multiplicó hasta el infinito
Cuando asqueados ya
Miraron a sus congéneres
Todo lo que veían convertido en miseria y desprecio
Terminó de desquiciar sus vidas
Que se consumen en rutina soporífera
Y en la vigilancia permanente a los demás
Nuestra imposibilidad para esperar la muerte sentados
Nos convierte en víctimas hasta el último segundo
Y en esta aceptación viaja nuestro fracaso
Así tan tontamente perdieron la ventaja inicial
Y arrastraron en su caída al resto
Con el ensañamiento que provoca el miedo a lo diferente
La piedra angular de nuestro camino
En la que todos tropezamos de alguna manera
Alimentando con ello a nuestro verdugo
Un ser invisible y demoledor que se alimenta
De los despojos que le ofrece la mano que le da de comer
Una sombra atroz que no da tregua ni al recién nacido
Que llora desconsolado al caer en sus manos
Intuyendo en su ignorancia lo estéril de su existencia
Su grito
Indiferente a los decadentes dominadores
Se convierte en martillo pilón para el cerebro de los mudos
Condenados a escuchar el fracaso de su raza
La dualidad maligna que los disputa
Y que vuelve hermanos contra hermanos
Enfrentando sus engaños y evidenciando
La vacuidad de sus tiempos
La imagen de la rémora adosada a la barriga plateada
De un escualo me hace pensar en lo contrario
Y diserto que en realidad
El gigante asesino es parásito del pequeño pez
Que soporta su peso camino del fondo
Donde inevitablemente morirá aplastado
Sin recibir una sola dentellada
Así se presenta un futuro que dejó de preocuparme
Y que se convierte en un suicidio emocional
Frente a las mandíbulas inútiles de la bestia

1 comentario:

NegraNieve dijo...

quizás se perdió el entendimiento,
afiladas uñas mostraban el camino del fracaso.
aquí no se puede alcanzar la luna,
el sol quema la espalda del vencido.
Adentrados en el follaje tardío de los versos. El aislamiento bloqueado por la piedra angular del camino, enredaderas inalcanzables que nos defiendan de la riada. Curiosidad y cambio se muestran amenazadoras garras, de sogas prehistóricas que anular no queremos, pues tienen amo, siervo y esclavo; la belleza de las nereidas, irresistible canto que nos condena a una muerte plagada de sentimientos vacuos.