HISTORIAS DE CHATS Y COMPUTADORAS

1.- Hola Venus ¿estas ahí?
2.- Si mi amor aquí estoy
1.- Que angustia, cada vez que enciendo el ordenador, a veces pienso que sería de mí si tú no entraras.
2.- Marte, amor mío, eso no va a ocurrir
1.- Anoche no podía dormir, tumbado allí, al lado de mi mujer, era como estar al lado de un extraño. Nuestra relación está en un momento gélido.
2.- A mí me pasa lo mismo con él, estamos apáticos el uno con el otro, y solo hablamos para pelearnos. Ya ni siquiera me toca.
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1.- De eso tengo que decir que me alegro
2.- ¡ Bobo!
1.- ¡Venus! Estaba pensando. Hace tiempo ya que hablamos, bueno, si a esto se le puede llamar hablar. Tú me has contado toda tu vida, yo te conté también la mía, tenemos mil cosas en común, creo estar enamorado de ti, y creo también que tú lo estás de mí.
¿Por qué no nos vemos?
2.- Me da un poco de miedo Marte.
No creas que no lo he pensado, deseo mucho estar a tu lado, tocarte, verte sonreír, oírte respirar, pero tengo miedo
1.- Yo también, pero estoy seguro de que todo nos irá bien, creo que estamos hechos el uno para el otro, estos diálogos ya no irán mas lejos
2.- Tienes razón, pero, como lo haremos para no levantar sospechas
1.- Podríamos quedar el próximo sábado por la mañana, el día anterior es fiesta, y yo no tengo mucho problema para salir, siempre voy al parque a correr el sábado por la mañana.
2.-……………………
1.- ¿Venus? Sigues ahí
2.- Perdona Marte, estaba pensando …, que casualidad, mi marido siempre va a correr al parque los sábados por la mañana. Mira que si lo conoces.
1.- Mujer, allí van muchas personas a correr, y además siempre voy solo, no suelo hablar con nadie.
2.- Está bien, pero no quedemos en el parque, no me gustaría tener un encuentro desagradable.
1.- Mira, al norte, junto al cementerio, hay un jardín pequeño, muy tranquilo y poco frecuentado, tiene una cafetería con terraza ¿te parece bien allí?
2.- si, creo que es un buen sitio….Estoy nerviosa.
1.- yo también.
2.- ¿Cómo nos conoceremos?
1.- ¿Te acuerdas de cuando hablamos de nuestros nombres en la red? Tú dijiste que te gustaba la astronomía. Podríamos llevar un libro del cosmos.
2.-¡Es una idea genial! Me encantan tus ideas, no tengo ninguno en casa, pero lo sacaré de la biblioteca.
1.- Yo lo compraré para este momento, será nuestro primer libro.
Te Quiero Venus.
2.- Yo también a ti Marte, creo….
1.- ¿Hasta el sábado a las doce, entonces?
2.- Allí estaré……………………………………………………………….


Venus paso los dos días que faltaban hasta el sábado más nerviosa de lo habitual, intentaba ser amable con su marido, y este le sonreía extrañamente, y parecía comportarse de forma distinta.
Cuando llegó el sábado, su marido salió de casa a las diez, como todos los sábados, a correr al parque. Venus tuvo tiempo de prepararse tranquila, le había dicho a su esposo que iría a comer con su madre, y que volvería por la tarde, le dejó comida en la nevera.
Cuando salió de casa, en dirección al cementerio, empezó a estar nerviosa, llevaba en la mano el libro de astronomía, Cosmos de Carl Sagan, recordaba, cuando lo leyó por primera vez, cuando tenía quince años, era raro ya verlo por las bibliotecas. Cogió el autobús, y se sentó al final, como casi siempre que podía. Decidió, que no iría directa a la cafetería, sino que daría una vuelta a distancia, para ver a Marte por última vez sin que la conociera. Esto la hizo sonreir.
La parada del autobús, estaba a unos cien metros del jardín, escondió el libro bajo el abrigo y empezó a caminar hacía el parque, vigilando la terraza con el rabillo del ojo. Solo había una madre con su hijo. Se acercó a unos setos que la esconderían de ser vista desde la terraza, y cuando giró detrás de un boj, se encontró a su marido de frente.
Los dos se quedaron de piedra, sin decir palabra, los ojos de Venus, se fijaron en lo que su marido llevaba en las manos, era un atlas del universo, dio un paso hacía atrás titubeando, y su libro cayó al suelo. Su marido lo miró y luego levantó la vista, pero ella ya no estaba, salió corriendo llorando de rabia y decepción. El se agachó a recoger el libro caido, también lloraba, y en ese momento hubiera querido morirse.

Una semana después los dos empezaron los trámites del divorcio.

Este relato está basado en una historia real ocurrida en Serbia.



El reverendo Yorick.

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