La nave de los locos.

Protagonistas:
-O`hara
-El Bolas
-Star Gómez
-Trigales
-Yo

Todo empezaba a ir bien, pensaba yo esa mañana. Llevaba un año en aquella ciudad de provincias, y la inquietud, las ganas de hacer algo, y la pobre situación laboral de aquél sitio, me empujaban a actuar. Me afilié a un sindicato de corte revolucionario, sonaba bien, aquello de “Proletarios uníos” lástima que fueran consignas de hace cien años. Bueno, comencé a asistir a asambleas cuasi-clandestinas en el almacén de un bar, cuando salíamos de allí, nadie parecía prestarnos atención. Los temas de las asambleas eran variados, algunos, eran seguimientos personales de afiliados que se enfrentaban a sus empresas, y otros, la mayoría, eran estrategias de lucha a nivel nacional.
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Yo no me enteraba de mucho, porque mi trabajo me impedía participar más activamente en la historia, pero, he de decir que en las asambleas parecía estar todo bien atado. Debíamos ser unos quince afiliados, aunque yo, a lo sumo, conocería a cinco o seis. O`hara dirigía el cotarro. Era un jubilado aparentemente bastante bien templado y respetado por el pueblo. Bien, un día en una asamblea se nos avisó de que habría una manifestación en Santiago de Compostela, y se pedía participación a nuestra local. Así que me animé a ir, un poco picado por la curiosidad y por el sentido del deber revolucionario. Quedamos en que iríamos cinco. O`hara, Star Gómez (Que ponía el coche) El Bolas (Más tarde me enteré de por qué aquél alias, y no tenía nada que ver con ningún atributo físico) Trigales, el único que no conocía personalmente, y yo.
Quedamos para el sábado siguiente, día de la concentración, a las 8,00h. pues estaríamos a unas dos horas de Santiago. El primero en llegar fue O`hara, portando una bandera con un mástil de 2ms (no sé donde lo vamos a meter, pensaba yo) La poca gente que andaba por la calle, ya nos miraba extrañada. Después aparecieron Star Gómez y el Bolas. El coche, un seat panda, de al menos veinte años. Creo que dentro de mí algo empezaba a inquietarse. De pronto O`hara dijo -¡Mirad! Ahí llega Trigales.-
El tal Trigales andaba como agazapado contra la pared, con el cuello del abrigo subido y mirando constantemente hacia atrás. Cuando nos presentaron, lo primero que hizo fue pedirme el carné del sindicato.
A los diez minutos salimos. Star Gómez le decía a Trigales – Oye, a la vuelta conduces tú, que yo no puedo con tantos kms.- -Sí, sí, arranca de una vez- contestaba el otro mirando hacía atrás. El Bolas, comenzó a liarse un peta, que imagino que por la caída de sus parpados no era el segundo del día. O`hara, parecía un niño que va de excursión, se empeñaba en contarme la manifestación de nosecuál año, donde eran miles y miles. Dentro de mí, algo seguían inquietándose. El palo de la bandera, pasaba entre yo y los otros dos, y acababa a los pies de el Bola, que hacía de copiloto sideral.

Al llegar a nuestro destino, la mañana transcurrió sin problemas, el ambiente de la manifestación fue festivo, y la verdad es que mis temores mañaneros se disiparon, aunque después de la comida, la cosa se complicó.
Star Gómez, comenzó a dar muestras de una somnolencia inusual. Su colega el Bolas la sujetaba mientras caminábamos de vuelta al coche. O`hara parecía perder su coherencia, y andaba rememorando batallitas insufribles. Trigales, por su parte, caminaba por delante de nosotros instándonos a darnos prisa por lo desprotegido de nuestra situación.
Al llegar al coche, la cosa empeoró. Star Gómez, estaba completamente K.O. su colega el Bolas, me contó que padecía las secuelas de una picadura de la mosca tse tse, y que durante el día, en algún momento se quedaba profundamente dormida. La acomodó en el asiento de atrás y se olvidó completamente de ella, mientras se instalaba en su puesto de copiloto interestelar. Trigales se puso a los mandos, O`hara se acomodó junto a la otra ventanilla trasera, y yo, me quedé en el medio, clavándome el dichoso palo de la bandera en el brazo.
Cuando llevábamos cinco minutos en el coche, Trigales, de repente chilló -¡La pasma! Giró bruscamente en la primera calle que pudo y empezó a acelerar hasta los 160kms\h. Que no sé como aguantó el panda, mientras a su lado el Bolas, apuraba otro peta, tranquilamente, y al mío, O`hara, con la cabeza echada hacía atrás, la boca abierta, y un hilillo de baba rodándole por la comisura del labio, roncaba plácidamente, secundado por Star Gómez. Intenté calmar a Trigales, pero éste iba fuera de sí. Les ahorraré los detalles y las imágenes que se me pasaron por la cabeza. Solo decirles, que a la vuelta batimos todos los récords de velocidad en un panda y desafiando todas las leyes físicas de equilibrio y gravedad.
Al poco de llegar a nuestro destino Star Gómez y O`hara, despertaron. El último, alegremente nos invitaba a tomar unos vinos, mientras Trigales, le informaba que habíamos estado a punto de caer en manos del enemigo.
Amablemente, rechacé la invitación, y con las piernas temblando, les rogué que me dejaran allí mismo, que iría andando a casa. Todos se negaron en rotundo, mientras sonreían. Me llevarían a mi casa, y no se hable más.
Al llegar, curiosamente Elizabeth III , mi compañera, salía del portal. Creo que la cara que puso al verme y al ver a mis acompañantes me explicó fielmente, donde me había metido.
Ni que decir tiene que fue la última vez que los vi, se alejaban tocando el claxon, y agitando la bandera por la ventanilla.
Les mandé una carta de dimisión, y aun insistieron en llamarme por teléfono algunas semanas, pero por ninguna razón del mundo volvería a embarcarme en la nave de los locos.



Adaptación libre de las confesiones de un acólito

Yorick.