EL HIJO DE LA SIERVA


EL HIJO DE LA SIERVA
AUGUST  STRINDBERG

22 enero de 1849. ESTOCOLMO. Suecia
14 mayo de 1912. ESTOCOLMO. Suecia


         Temían al padre. Cuando escuchaban gritar “Papá viene”, todos los chicos corrían a esconderse o iban a sus habitaciones a peinarse y lavarse. En la mesa reinaba entre ellos un silencio mortal: solamente hablaba el padre y hablaba bien poco.
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         ¿Qué dirá la gente? Era la cantinela. Y por ahí fue minada su personalidad; el niño no podía jamás ser él mismo; a cada instante dependía de la mudable opinión de los demás y nunca tenía confianza en sí mismo para nada, salvo en los raros momentos en que sentía su enérgica alma actuar independientemente de su voluntad.
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         ¡Altiva institucional moral, familia santa, intangible establecimiento divino que debes elevar a nuestros conciudadanos hasta la verdad y la virtud! (…)
         Familia: tú eres el foco de todos los vicios de la sociedad; tú eres la casa de retiro de las mujeres que aman sus comodidades, el presidio del padre y ¡el infierno de los hijos!
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         Si el sueño de la humanidad es liberarse del trabajo, la mujerparece haberlo realizado mediante el matrimonio. Por esta circunstancia la familia se aproxima mucho a la manda; el macho, la hembra y los cachorros; no ha avanzado ni un paso desde la horda cuando los esclavos (=los domésticos) eran apenas unos agregados.
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         No parece que la concepción exacta de la divinidad sea innata y puesto que se trata de adquirir una mediante la educación, el manual oficial no debería encarnar a Dios bajo la mezquina imagen de un anciano que se ve obligado a descansar luego de seis días de trabajo.
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         La vida era un reformatorio para crímenes cometidos antes de nacer y, debido a esto, constantemente el niño tenía remordimientos.
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         Vino atemorizado al mundo y vivió con perpetuo temor de la vida y de los hombres.
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         Los moralistas modernos han creído descubrir que la clase inferior es más inmoral que la clase superior. (…) En todas las circunstancias en que la clase dependiente no esté bajo la presión de la necesidad, es más fiel al deber que la clase alta.
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         La libre enseñanza se había constituido en la antítesis del terrorismo de la enseñanza pública. Como su existencia dependía de la buena voluntad de los alumnos, les había otorgado amplias libertades y se había introducido allí un espíritu altamente humano.
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         Los niños son educados como si fueran a quedarse niños toda la vida, sin que en ningún momento se pensara que algún día se convertirían en padres.
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         Fritz comenzó por darle instrucciones sobre la manera como debía comportarse. Era preciso no humillarse, guardar las distancias, no decir todo lo que se pensaba ya que nadie deseaba saberlo;  si se podía ser amable sin adular, estaría bien; se podía conversar pero no razonar y, sobre todo, no discutir, puesto que nunca se tendría razón.
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         En efecto, creía poseer un carácter bastante decidido. La sociedad honra con el nombre caracteres a quienes han buscado y encontrado su sitio, a quienes han jugado un papel, a quienes han llegado a descubrir ciertas reglas de conducta que terminan por asimilarlas automáticamente a sus acciones.
         El carácter, así definido, se convierte en un mecanismo demasiado simple; el hombre de carácter no posee más que un único punto de vista para las situaciones extremadamente complejas de la vida. Está decidido a tener durante toda su vida una sola y única manera de ver los hechos y, para no sentirse culpable de estar falta de personalidad, nunca cambiará de opinión, por necia, por absurda que sea. Un personaje deberá ser, por tanto, un hombre demasiado común y un poco tonto. Hombre de carácter y autómata son casi sinónimos.
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         Un hombre sin religión es una bestia: era sentencia que estaba escrita en el antiguo abecedario. Con todo, cuando se descubrió que eran las bestias las que tenían más religión y que quien conoce la ciencia no tiene ya necesidad de la religión, la calidad bienhechora de ésta quedó seriamente reducida.(…)
         La religión lo había desequilibrado al formarlo no para la tierra sino para el cielo; la familia lo había trastornado al formarlo no para la sociedad sino para ella misma, y la escuela lo había preparado no para la vida sino para la Universidad.
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EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)


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