EL BAILE


EL BAILE
IRÈNE NÉMIROVSKI

24 febrero de 1903. KIEV. Ucrania
17 agosto de 1942. AUSCHWITZ. (Campo de exterminio) Polonia

         Y después, un buen día se hicieron ricos de golpe, ella nunca había llegado a comprender muy bien cómo. Se habían ido a vivir a un gran piso blanco, y su madre había hecho que le tiñeran el cabello de un bonito dorado completamente nuevo.
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         …Oye Alfred, ¿se ha de usar el título cuando se habla con ellos? Creo que es mejor, ¿no? Nada de señor marqués como los criados, naturalmente, sino: querido marqués, mi querida condesa…Sin eso, los demás no se darían cuenta siquiera de que recibimos a gente con título.
         -Si pudiéramos pegarles una etiqueta en la espalda…Eso te gustaría, ¿eh? (…)
         Mira, Antoinette, hija mía, la tarea es bien sencilla, las direcciones están en las tarjetas.
         -Pero, mamá –repuso Antoinette-. Esta tarjeta es del tapicero.
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         “Quiero, morirme… Dios mío, haz que me muera… Dios mío, Virgen Santa, ¿por qué me habéis hecho nacer entre ellos? Castigadlos, os lo suplico…Castigadlos una vez para que yo pueda morir en paz”.
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         -Tenga querida, aquí están las invitaciones de su madre, que aún no he echado al correo… Vaya corriendo a ese pequeño estanco, allí, en aquella calle a la izquierda. ¿Ve la luz? Échelas en el buzón. Nosotros la esperamos aquí. (…) La embargó una especie de vértigo, una necesidad salvaje de desafío y de hacer daño. Con los dientes apretados, agarró los sobres y los estrujó, los rompió y los lanzó todos juntos al Sena.
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         -¿Quieres decir que de aquí a cuatro años recibiremos a embajadores, y entonces nos acordaremos de cómo temblábamos esta noche porque venían un centenar de rufianes y viejas grullas? ¿Eh?
         Ella le tapó la boca con la mano riéndose.
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         Llegó al comedor. Estaba desierto, con todo preparado, con la gran mesa dispuesta en el centro, rebosante de carnes de caza, de pescados en gelatina, de ostras en fuentes de plata, adornada con encajes de Venecia, con las flores que enlazaban los platos, y la fruta en dos pirámides iguales. Alrededor, los veladores con cuatro o seis cubiertos donde brillaba el cristal, la porcelana fina, la plata y la plata corlada. (…)
         -¡Tú tienes la culpa, imbécil, por tu sucia vanidad, tu orgullo de pavo real, es cosa tuya!...¡El señor quiere dar bailes!¡Recibir!¡Es para desternillarse de risa! ¡Por Dios! ¿Crees que la gente no sabe quién eres, de dónde sales? ¡Nuevo rico! ¡Te la han jugado bien, eh, tus amigos, tus queridos amigos, ladrones, estafadores!
         -¡Y los tuyos, tus condes, tus marqueses, tus gigolós!
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         Estrechó a Antoinette entre sus brazos.  Dijo:
         -Eres una buena hija, Antoinette.
         Fue un segundo, un destello inaprensible mientras se cruzaban” en el camino de la vida”; una iba a llegar, y la otra a hundirse en la sombra. Pero ellas no lo sabían. Sin embargo, Antoinette repitió bajito:
         -Pobre mamá…

EL BOBO DE KORIA (RECOPILADOR)


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