Todo el mundo llegado el
momento padece alienación.
Todo el mundo pierde la
memoria temporalmente o para siempre sobre ciertos asuntos, que
compiten directamente sobre la responsabilidad de sus actos, cuyas
consecuencias naturalmente suelen ser delictivas. Desde infantas de
este monárquico país, hasta directivos de entidades bancarias,
políticos, consejeros de todo tipo, hasta el más ínfimo de los
delincuentes. Aunque éste último, lo tiene bastante mal, por
cierto, aunque alegue alienación, enajenación, o perdida de memoria
transitoria. Ya sabemos la vara de medir de la justicia, la asombrosa
capacidad de elasticidad y de rigidez que tiene según quién esté
bajo su juicio.
El asunto preocupante es
el reflejo que las élites de este tipo de sociedades genera en la
población. Una absoluta falta de responsabilidad, que roza el
infantilismo, nadie parece ser consecuente de las faltas que comete,
de asumir sus equivocaciones y como poco los efectos derivados de las
mismas. De ese modo parece que hay un bloqueo social para resolver
los conflictos más pequeños, y esto nos lleva a caer en manos de
abogados y jueces, vía policía, para resolver cualquier nimiedad
entre vecinos, familiares, amigos, o simplemente personas de a pie.
A mi personalmente no me
gusta esta situación. Tengo la sensación de vivir rodeado de
imbéciles, que ante cualquier pequeño roce, ya te está amenazando
con llamar a la policía, con ponerte un pleito, o si estuviera de su
mano, ejecutarte ante un pelotón de fusilamiento, entre los que
lógicamente no estaría él para apretar el gatillo.
Una uniformidad de
pensamiento se expande, una laxitud intelectual pegajosa como el
engrudo lo cubre todo. La idea de que los problemas deben de ser
resueltos por otros parece cada día más afianzada y este modo de
actuar nos sitúa en una situación de desvalidez como sociedad.
Olvidamos que sin nosotros y nuestra opinión, que nada tiene que ver
con la que nos lanzan desde los medios, este sistema no funcionaría.
Estamos abandonando cualquier participación por pequeña que sea en
manos de manipuladores, que utilizan esa indolencia social para hacer
con el mundo y de paso con todos nosotros lo que les plazca.
Manejan el pensamiento,
la educación, las creencias, el ocio, todo. Y todo con un fin, no
les quepa duda. De que aquí nada es gratuito, ni nada pertenece al
azar. Han perfeccionado su sistema durante décadas, para acabar,
efectivamente, creando una sociedad alienada.
el reverendo Yorick.
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