RECUERDOS



Escuchaba aquella canción por la radio, mientras contemplaba a los miembros de la compañía dormir. Allí estaban tan tranquilos, todos aquellos cabrones que dedicaban buena parte del día a hacerme la vida imposible, durmiendo como si la vida no fuera con ellos. Me preguntaba porqué no reventaban todos aquella noche, para librarme de volver a ver sus caras, para dejar de presenciar su mediocridad que los hacía repugnantes, escondidos en la hermandad que le daba la veteranía en la mili ¿En eso me convertiría en unos meses? No, no y no, no quería tener nada que ver con esa gentuza, que una vez finalizado su servicio volverían a sus vidas de mierda, y que allí, en los cuarteles creían, por primera vez en sus vidas, tener poder, solo porque podían atemorizar a unos reclutas desubicados.

Cuanto ignoraba yo, que esas aptitudes mezquinas del genero humano, habría de encontrármelas también, fuera de los cuarteles, en los trabajos, y prácticamente en cualquier situación de la vida. Lugares donde llegar de novato te convertía en la última mierda, donde solo los que se encontraban en la misma situación que tu, mostraban simpatía por tus desgracias, ya que así se creaba una camaradería que hacía más llevaderas las horas de vida que perdíamos en los tajos, vestidos con una funda-mono apestosa, y calzado con pesadas e hirientes botas.

Cuando busco en la memoria algún recuerdo amable, éste, siempre aparece rodeado de miseria, solo la transgresión, perseguida como un delito en estas sociedades programadas proporcionan el gusto de la verdadera vida. Incomprensiblemente, la mayoría de la gente prefiere permanecer enclaustrados en las pautas marcadas de normas y horarios. Disimulando en esas lindes, ser felices.
¡Basura! Que luego, fuera de sus hogares, arrojan contra los infelices que los rodean. No es difícil suponer que dentro de sus casas hacen lo mismo, amargando las vidas de sus familias porque todo debe hacerse según lo correcto.

Desobedecer en este panorama no es nada fácil, simplemente por querer ser uno mismo, por gritar de angustia ¿Cuántos no se han quedado por el camino? Es difícil de imaginar, desde que existe la civilización, el número de personas que han muerto asfixiadas en manos de aquellos que les dieron la vida. La idea que estos progenitores dieron a sus vástagos, siempre fue la misma: El mundo es de esta manera y a nadie interesa tu opinión, aplícate en aprender las normas cuanto antes y todo irá bien.
¿Puede haber algo más desangelante, cuando la juventud te muerde, cuando te hierve la sangre, tus ojos se llenan de colores, tu boca de sabores, tu tacto se arrastra por montañas y tus oídos explotan con la música de lo vivo?
Me viene a la cabeza una cita de Ramón Gómez de la Serna, que creo resume lo que quiero decir: “ Las bodas se repiten. Esa que se casa hoy, se caso hace tres siglos con el mismo marido y tuvo los mismos padrinos y los mismos testigos. Tendrán los mismos hijos”


Yorick.

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