¡MA VOITURE!









             ¡Les filles, les filles! Fue lo último que escuchó a su mujer, antes de abandonar la casa como alma de que lleva el Diablo. A trompicones bajó los siete pisos que le separaban del portal sin dejar de gritar como un poseso: ¡Mondieu…mondieu…!
Mientras, su esposa, Edit, postrada de hinojos pedía por la suerte de sus tres hijos: Pierre, Pauline y Mirelle. Piadosa, meapilas y rezadora hasta las trancas, se encomendaba con todo el fervor posible a saint Arnulfo de Metz, a Jeanne d´Arc y, sobre todo, a su preferida: Sainte Teresita de Lisieux.
Entretanto, Jean-Pierre, su marido había alcanzado la calle y se vio arrastrado por el torrente en el que se había convertido su avenida. Sintió un fuerte golpe en la frente y se agarró a la farola contra la que había chocado. Por un instante vio la mancha de sangre en el metal antes de que la farola también fuese arrancada y arrastrada por la corriente. Jean-Pierre, agarrado al báculo, descendía avenida abajo, hacia el garaje donde guardaba su flamante Peugeot de alta gama. ¡Mondieu quelle chance! Pensó mientras se precipitaba por la rampa de acceso al garaje, precedido y empujado por multitud de enseres.
¡Ma voiture, ma voiture! Pensó que era el eco de sus gritos el que repetía sus gritos, pero pudo ver a otros vecinos chapoteando desesperadamente hacía sus coches. ¡Ma voiture, ma voiture! Ahora a coro perfectamente sincronizados los cinco nadadores: ¡Mondieu, ma voiture….!
En el interín, Edit, su esposa, apelaba al favor de saint Honorato de Arlés y saint Agobardo, este último especialista en riadas, crecidas de ríos,atascos y roturas de cañerías. Les rogaba que su esposo hubiese llegado a tiempo de salvar a las niñas, Pauline y Mirelle, que se encontraban haciendo un curso de majorettes de Montpellier –aunque ellas querían ser falleras-, a unas manzanas de la casa.
¡Mondieu, ma voiture…! Fue lo último que se le escuchó exclamar a Jean-Pierre antes de de que su voiture quedase cubierto por el agua.
Y, es que, se puede vivir sin mujer, sin hijos, sin casa, pero no SIN COCHE.

P.D.- En las inundaciones de Francia del domingo pasado, de los veinte muertos, varios murieron cuando trataban de salvar sus coches. R. I. P.

EL BOBO DE KORIA

        
   














1 comentario:

Anónimo dijo...

Bordao! mon ami.