El poder


El poder es incompatible con la belleza. Su legión de acólitos son inmunes a sentimientos tan humanos como el amor o la fidelidad hacía sus semejantes. Son personas feas, oscuras, frías, solo preocupadas en la búsqueda de nuevas formulas que den multiplicidad a sus beneficios.
Crean un paraíso propio basado en la acumulación de deseos materiales hacía donde otros seres menores, deslumbrados por esas riquezas, encaminan sus pasos. Así se juntan y cohabitan, en un remedo de sociedad feliz, esconden las miserias de sus corazones vacíos.
Utilizan a las personas que los rodean exprimiendo las cualidades que puedan extraer de ellos, para después abandonarlos a su suerte. Se reproducen y crían a sus cachorros en las virtudes del dinero y la explotación de sus semejantes, les enseñan ha hacer carrera apoyados en calumnias y mentiras, asegurándose así la continuidad de una estirpe infame.
Por otro lado, muchos que no nacieron en su seno, se desviven por entrar en su mundo elitista, y se convierten sin vergüenza en sicarios a sueldo, que sin escrúpulos pasarán por encima de cualquiera que se interponga a su fin, y a los intereses de sus amos.
Hábiles, los poderosos han aprendido a canalizar los deseos de los débiles hacía sus personas. Envueltos en palabras brillantes como: Triunfo, Ganador, o Líder.
Todos estos seres corruptos se guardan bien de las virtudes humanas y de aquellos que las profesan o las ponen en práctica. Por eso son incompatibles con la belleza, con la sencillez. Con la humildad, con el amor, o con la risa.
Odian a aquellos que no tienen deseos como los suyos, que no los idolatran o no se convierten en discípulos de sus corrompidas doctrinas.
Dedican mucho esfuerzo para convertir a los que consideran sus enemigos en invisibles. En criaturas desvalidas que vuelvan sus rostros suplicantes hacía ellos. Se desviven por extirparles esos sentimientos que tanto temen y que minan su pedestal.

Son los señores de la guerra.
Los hacedores de dioses.
Los que asustan a los niños.
Los que crean enfermedades en laboratorios y luego las esparcen.
Los que gestionan la salud y la enfermedad.
Los que plantan la semilla del descontento en tu cuerpo y te sumergen en una guerra contra él.
Los que te educan.
Los que te dicen a quién y como debes amar.
Son los que te dicen: “Todo va bien”
Los que te roban a tus hijos antes de que estos nazcan.
Los que colocan una papeleta en tu mano y empujándote suavemente te instan a que vayas a votar.
Son los verdugos.
Los que condenan y acusan.
Los que denuncian y señalan con el dedo.
Los inmorales creadores de la moralidad.

Los que una vez que nos han engañado, nos devorarán para escupir los cadáveres en las veredas de la humanidad.



El reverendo Yorick.

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