Verano incierto, lleno de
temores, cubierto por las sombras de decisiones importantes que nunca se
toman. Palabrería barata oculta la
terrible verdad, ecos de risas enlatadas en playas donde el fin de la temporada
se hace más evidente.
Hoy día es más difícil ocultar los propios
miedos, cada vez que uno cierra los ojos aparecen. Cada vez que uno se sumerge
en un mar turbio que no refresca las conciencias, los miedos poblan el fondo.
-No pasa nada- Se oye por la calle, otros dicen: Esto tiene que arreglarse.
Pero no llega ningún arreglo, es como una epidemia cuyos síntomas cada vez
están más cerca. Empieza con un empeoramiento de las condiciones laborales, con
recortes salariales, mientras millones de seres tiemblan mientras claudican
resignados. Tragan saliva, pensando que aunque peor, están mejor que otros,
pero el horror no para, a la semana siguiente nuevas malas noticias: Despidos.
Cabizbajos los que se quedan agachan la cabeza al ver pasar a sus antiguos
compañeros. En su interior, dan gracias a dioses putrefactos por no haber sido
ellos los elegidos. Pero todo llega. En el fondo se sabe. –Esto tiene que
arreglarse- Suena como un eco tan vacío como una plegaria desesperada. No se
arregla nada, no hay nada que arreglar, solo te queda esperar que una trituradora
humana gigantesca te pase por encima, te machaque y escupa tus restos
mendicantes, suplicantes, asustados, pidiendo clemencia. Eso esperan de ti. Ese
es el único camino que se abre ante tus pies.
Los mensajes calculados que
pueblan la información se amplifican en manos de la mediocridad de la calle, la
cobardía los adapta, y convierte la realidad en excusas para ocultarse.
Lenguajes maniatados oprimen la capacidad de pensar de una multitud arropada en
su propia ineptitud.
Verano incierto, donde se disimula
cerrando la puerta, pero espiando por la mirilla ¿Qué ves? Ni siquiera lo
sabes. El aire huele a sangre y nadie parece haberse percatado. Un olor fuerte
que recuerda otro verano de mentiras, donde también la cobardía, la
inoperancia, y el ansia de poder, desembocaron en una guerra cuyas
consecuencias padecemos aun hoy día. La rueda gira lento, pero gira. En su
eterno ciclo se nos muestra un espejo donde no queremos asomarnos. Arrastramos
las respuestas atadas a nuestros pies, y ni siquiera nos damos cuenta, como una
broma macabra, nos condenamos a temer y a ser despojados.
La desgracia estar en aceptar
el futuro demasiado pronto, en creer que este es inamovible, y por tanto se
espera con resignación. Un futuro que nos presenta una vida estamentada, cuadriculada,
y perfectamente calculada hasta en el más mínimo detalle. Justo para ser
aceptada, sin discusión. Se pierde la sensación de vacío, y se van rellenando
casillas de una existencia monótona y cruel, que nos despelleja de nuestro
tiempo, segundo a segundo.
Pero esto huele a fin. Huele
a desesperación, huele a que la mentira se desmorona irremediablemente. Puede,
que otra ocupe su lugar, pero somos testigos de cómo se tambalea ésta. Los
artífices del engaño sudan tinta andamiando su obra maléfica, que se les
desmorona en las manos. Taponan como pueden los agujeros y grietas que cada día
salen a la luz. Intencionadamente, desde luego. Tal vez en un juego diabólico
cuyo único fin sea de nuevo enfrentar a unos contra otros, mientras ellos
contemplan el espectáculo. Recolocarán el mundo de nuevo, ante nuestros ojos
pasivos. Rearmarán un puzzle gigantesco donde nuestro sitio ya está decidido de
antemano. Lo harán de nuevo, sabedores de que nosotros seguiremos pendientes de
nuestros miedos.
El reverendo Yorick.
2 comentarios:
Siempre les quedará esa pieza que por más que pretendan no encaja en su críptico entramado asfixiante.
Siempre nos quedará un camino allá en el horizonte. Donde ríe armónica nuestra alma
Añado al comentario de NEGRA NIEVE, si me permite, que el horizonte está aquí y ahora. No obstante, queda bonita su esperanzadora esperanza pero, siempre el horizonte se desplaza como la zanahoria delante de la boca del burro. Por ahora, los que se ríen son los orondos cuerpos de los cerdos que nos oprimen. Salud y suerte, que nos va a hacer falta.
Publicar un comentario