Se llenan los parques de aparatos gimnásticos. A cualquier hora del día, esforzados ancianos aprietan sus cansados cuerpos que parecen crujir ante el esfuerzo extra.
El higienismo se impone, el acoso de la presión social ante el cuerpo trabajado hace que hasta los mayores ocupen sus horas muertas castigando sus anatomías, sus discursos optimistas sobre lo saludable y necesario de estos comportamientos dan escalofríos.
¿Es la necesidad de demostrar a los demás su estado de forma lo que los obliga?
Apartados del mercado laboral muchos mayores pierden el norte, y buscan desesperados como llenar ese vacío laboral, al mismo tiempo se esfuerzan porque la vida no los margine, para no sentir las miradas esquivas de una juventud que se aparta de ellos, temerosos de que su presencia les recuerde la cara de su futuro.
Por otro lado, la Seguridad Social, lanza su taimado mensaje, la campaña de optimismo social hacía la tercera edad, pretende vaciar los ambulatorios de esos enfermos imaginarios que son los ancianos. Enfermos de normopatía, que una vez perdido el derecho a la esclavitud del trabajo diario, vagan de depresión en depresión, de enfermedad en recaída, de hastío a cansancio de vivir, y en general de aburrimiento.
Estos parques, convertidos en centros de disciplina y trabajo se presentan como la punta de lanza de una campaña medida al milímetro. Un esfuerzo para que nuestra sociedad supure felicidad hasta el final de nuestros días. Para dejar entrever que todo el mundo tiene sitio, y Estado se ocupa de todos nosotros.
Ver a los jóvenes lanzar piedras o cócteles molotov en las manifestaciones tiene una lógica por lo rebelde de la edad, pero ver a los viejos sería lo lógico, ya que son ellos los que más han vivido, los que más han claudicado y los que por derecho deberían estar levantando barricadas y explicando a otras generaciones porqué hay que hacer una revolución.
el reverendo Yorick
3 comentarios:
El último punto es muy certero. No obstante, el artículo me parece esmirriado, siendo que es un tema que exige y necesita más extensión. Te sigo de ha tiempo -con mucho gusto- pero echo en falta más letrass. Que seas más generoso o generosa. A veces pienso que con un aforismomo un refrán quedarías igual de bien.
Ahora, con la tecnología no tienes que gastar no boli, ni lápiz, ni tinta... ¡Sé más generoso/a, ¡Cojones!
cuando sea jubilado me dedicaré a escribir más extensamente, antes que a pisar un puto parque que magnifique mi artrosis.
Yo soy viejo y, no hago el tonto en los jardines. Eso sí, le miro los culos a las chicas. Sobre todo, en verano. Dicen que hay un carné de VIEJO VERDE, me lo voy a sacar, porque hacen descuentos en muchas tiendas.
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