el sencillo arte de pensar

Ayer mientras realizaba una reparación en un domicilio, capté una conversación entre sus inquilinos. El, un hombre de 84 años, contaba a una mujer que tenía diez años, cuando empezó la guerra civil, ella a su vez, le contó que su abuelo había participado en la guerra de Marruecos, en el desastre de Annual. Al terminar mi trabajo no pude evitar entablar un poco de conversación con ellos. Casualmente, estos días estoy leyendo un libro de Arturo Barea: Cuentos misceláneos. El mismo Arturo Barea que denunció las tropelías cometidas en la guerra de Africa, y luego en la guerra civil, en su libro, “la forja de un rebelde”
Anoche me desperté pensando en todo esto, preguntándome como siempre ¿Por qué tenemos esta falta de memoria que nos condena una y otra vez a cometer los mismos errores?
La guerra de África, la semana trágica, hechos ignominiosos y terribles que ocurrieron bajo el yugo de unos gobernantes tan pésimos como ineptos, que condenaron a morir a miles de personas.
Hoy día el nieto de uno de ellos continúa reinando en este país, aclamado por una masa ignorante de seres que lo encumbran a la categoría de héroe, olvidando o simplemente obviando nuestra historia y nuestro pasado, donde se encuentran motivos más que suficientes para prescindir de un sistema político que solo supone un lastre y una descarada esclavitud para nosotros mismos, y una inmunidad vivencial perpetua para ellos y sus formas de vida. La fiebre por el estudio de la historia acaecida en los años setenta fue curada extirpándola de raíz, hoy día los textos históricos que narran con una supuesta objetividad los acontecimientos pasados no dejan de ser un manual del decir sin contar, pasando superficialmente de forma banal y burda por lo que fue una realidad que dejaría en evidencia el hacer político de nuestro día a día.
Las facultades de humanidades y filosofía basan su enseñanza en manuales plagados de datos y análisis superficiales, posicionando el estudio de estas materias como algo muerto y lejano que hay que aprender de carrerillas. Conscientemente estas instituciones olvidan el papel fundamental que tiene un análisis histórico, así como la necesidad de una evolución filosófica que ampare y guíe nuestro errático devenir por el mundo, convirtiendo estas prácticas en guías vivas y útiles en nuestro hacer cotidiano.
Por descontado que esta manipulación del pasado y del pensamiento tiene un fin, que no es otro que sumergirnos en un olvido, donde la única verdad sea la que se nos ofrece a diario en sus medios de comunicación, por eso se hace necesario fomentar un pensamiento crítico que contrarreste tan poderosa máquina del engaño, una rebelión contra la mentira, y en contra de sus verdades que no hacen otra cosa que maquillar y justificar el poder al que tenemos que vernos sometidos.
Todos nosotros tenemos un pasado, todos nosotros tenemos una historia, todos nosotros tenemos ojos y capacidad de analizar lo que vemos. Supone poco esfuerzo compara la realidad con los discursos, con las mentiras, con los aparejos informativos que nos hacen caer en la trampa. No podemos convertirnos en el campo de cultivo donde se siembra miedo que nosotros nos encargaremos de recoger y que nos someterá al pavor de que ocurra algo, cuando con una sola mirada a nuestro alrededor nos convenceremos de que poco hay en la realidad de lo que nos están contando, de que podemos tomar nuestras propias decisiones, con el gusto de saber que de equivocarnos también podemos aprender.

Yorick.

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