el 8 de marzo y la escuela de teatro de Vilalba




Sin entrar a valorar ahora, la estupidez y la simpleza que me supone la celebración del día de los fulanitos o las menganitas, por lo vacío de su contenido y su existencia, y por el tonto propósito de que todo el mundo se sienta especial por un día. Si que me gustaría llamar su atención sobre un ejemplo de cómo un día de esos señalados para que los menganitos o fulanitas se sientan bien, y se sientan reconocidos, se puede convertir en un modo de aclarar un poco las cosas, reinterpretando el discurso lanzado por oportunistas gobernantes que siguen empeñados en pensar que sus burdas manipulaciones sobre la realidad afectan a todos por igual.
Los protagonistas de esta historia son los alumnos y la directora de la escuela de teatro de Vilalba, que fueron reclamados por el municipio, para preparar un montaje para el día de la mujer trabajadora.
Todos se pusieron a pensar, y bajo la batuta de Teresa fueron creando y puliendo un montaje digno y grato de ver.
En mi opinión la importancia del montaje radica en la sutileza con que muestra su propia dignidad. Siendo un día de reivindicación de la mujer trabajadora, se suele reivindicar todo menos lo de la mujer trabajadora. Se manipula el discurso victimizando a sus protagonistas en detrimento del universo masculino con esa forma tan correosa que suelen tener las instituciones, lanzando consignas que ni ellos mismos son capaces de aplicar.
Y es la realidad precisamente el campo de trabajo de la escuela de teatro. Una realidad que explora la verdad de un universo de contradicciones e imperfecciones de todos los seres humanos, hombres y mujeres. Un universo donde todos convivimos con nuestras frustraciones que van mas allá de nuestras diferencias de sexos y donde el miedo a la soledad impone su ley de relaciones imposibles y fracasos existenciales.
A través de textos de Angelica Lidell, Heinër Muller, Kim Monzó, Edurne Rodríguez Muro, y Gioconda Belli. Y con un montaje pleno de poesía visual, se pretende hacer una invitación a la reflexión, a mirar a nuestros compañeros a los ojos, y preguntarnos que sabemos de él, después de preguntarnos que sabemos de nosotros mismos.
No hay discursos, no hay gesticulación baldía, no hay respuestas…solo preguntas, las que están ahí desde siempre, las que dejamos de hacernos, porque creímos más cómodo adoptar las respuesta de otros, las que nos dan miedo, y las que nos hacen ser tan diferentes, y en el fondo tan iguales.

El impacto de la representación de esta obra en Vilalba esta por ver, la repercusión igualmente también, en los duros oídos enladrillados de dogmas de mucha de su población, esperamos que la brisa cumpla su papel, arrastre palabras y las estrelle contra ellos provocando quizás que alguno se tambalee, o como poco retumbe.
Estas personas que dedican su tiempo al teatro, que se embarcan en días y proyectos largos a cambio de nada, tienen mi respeto, porque puede que sin saberlo estén participando de un cambio, estén plantando una semilla, abriendo un camino, quien sabe. Lo que si que es seguro, es que si yo pasara el domingo por ese lugar en el mundo llamado Vilalba, no dejaría de dar una vuelta por el auditorio a eso de las ocho y media.


el reverendo Yorick.

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