la ventana

Una gran ventana me enseña un trozo del mundo. Un trozo del mundo que multiplicado por una gran cantidad daría una imagen muy parecida del mundo entero. Decir que no me gusta lo que veo a través de la ventana Es repetirme hasta el aburrimiento. Pero si me canso de decirlo siento como si empezara a formar parte de ese mundo hostil. Entonces opto por repetirme
Por volver a mirar fijándome en lo que veo, por intentar comprender…Por intentar:
Para el cuerpo no me huela a derrota
Para que las manos aprieten el aire
Para que los pies no se hinchen de abandono
Para que los párpados no caigan derrotados
Para que la sorpresa siga sorprendiendo
Para que aprender no se acabe nunca
Para que equivocarse sea el principio

Estar a un lado de la ventana no me hace mejor, pero da cierta perspectiva, solo eso. Veo personas, hechos, que podrían definirse como ecuaciones matemáticas, cuya resolución es muy sencilla, porque no hay incógnitas que despejar, solo disfraces que abandonar. Sin embargo, una gran carga parece caer sobre esos hechos y personas, dando la impresión de encontrarnos ante un enigma matemático.
¿Para cuando un psicoanálisis del mundo? La suma de nuestros complejos y temores nos convertiría en un paciente gigantesco y amorfo que llora de frustración. ¿Quién tomaría notas de los males de ese ser? ¿Se encontraría en el estúpido panteón de dioses inventados? ¿O sería elegido entre nosotros? Paternalmente elegiríamos quizás al gobernante del país más rico de la tierra…

No es necesario que nadie nos psicoanalice, no es necesario que nadie resuelva problemas imaginarios que nos hace débiles como comunidad. No es necesario. Pero si es necesario, que nos dejemos de ver débiles frente a otros, si es necesario que una opción de intereses comunes nos una dejando a un lado egoísmos individualistas que nos atrapan peligrosamente en la telaraña de la aceptación. Es necesario tanto…
Vuelvo a mi ventana, sigo mirando intentando comprender, intentando aguantar, con la mente puesta en el fin de las horas de trabajo. Con la cabeza llena de preguntas que nunca hallarán respuesta, queriendo que cada minuto cuente y sin saber como hacerlo.


el reverendo yorick

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