Prólogo al libro de poemas: Destrología

Adelanto del libro: Destrología de Rafael Becerra de próxima aparición.


-Lo que ocurre, es que tú piensas demasiado-
Sí, eso debe de ser, que pienso demasiado, que no me conformo, que nunca doy las cosas por buenas sin haberme preguntado antes si podían haber sido de otro modo.
Podría ser causa de una desconfianza congénita, pero creo más bien que el origen es, la incontable cantidad de palos que un perro abandonado lleva en el lomo, palos que atraviesan su pellejo cimarrón y su alma de aullador a la Luna. Para hablar de todo eso e intentar siquiera llegar a ser entendido habría que inventar un lenguaje nuevo. Pero no tengo tiempo. Y el lenguaje que más se aproxima es la Poesía, la que me sujeta la mano el momento justo de cometer un acto irrevocable, la que apacigua al león que te permite acercarte para sacar la espina de su pata y mientras lee o escucha se olvida de desventrarte de un zarpazo. Ese es el lenguaje que habita en los callejones de la vida y desde allí, agazapado un día salta sobre ti, y ya no hay vuelta atrás, ya estás en su tela pegajosa y allí permanecerás pidiendo a gritos libar de ese néctar adictivo que en su descenso por tu interior te abrasará como la lejía.
No espero concesiones ni tampoco las doy, la Poesía, hay muchas formas de entenderla, y la de cada uno viene dada por lo que representa en su propia vida, es inútil pretender objetos que no tienen reflejo en la propia realidad. Una cosa es el mero entretenimiento y otra distinta es adentrarse en un pantano donde ya ni siquiera tiene sentido plantear si tienes valor, la necesidad obliga.

Destrología es un recorrido cartográfico por una estructura tan cercana que da miedo discutirla, asusta resbalar siquiera de esos pilares tan sólidos de las sociedades en las que vivimos. Aterra husmear en el ideario de una civilización decadente y no digamos ya destapar la belleza que se oculta al alcance de nuestra mano y que brota del acto más sencillo de la existencia. Hay que esperar un poco más de uno mismo y contemporizar con el único presente que tenemos, creer en que la pequeña puerta de la jaula está abierta y osar hacer el movimiento que nos saca de la prisión para dar siquiera unos pocos pasos que nos alejen de los dogmas con los que fuimos adoctrinados y que penden de nosotros como enormes cadenas que arrastramos durante toda la vida. Este es un libro fronterizo, poblado de sendas para exploradores neófitos o para viejos lobos de mar, con la intención siempre postergada de hacer un último viaje.
A modo de saludo o de despedida, lo hago a la manera que oí hace muchos años a un gitano viejo en una ciudad del sur. Aquellas palabras se me quedaron atravesadas en el estremecimiento mismo y pocas veces me atrevo a pronunciarlas, ahora, es de ley que lo haga: ¡Salud y Libertad!

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